Déjame el cuidado de tus cosas y todo te irá mejor. Cuando te abandones en mí todo se resolverá con tranquilidad según mis designios.
No te desesperes, no me dirijas una oración agitada, como si quisieras exigirme el cumplimiento de tus deseos.
Evita las preocupaciones angustiosas y los pensamientos sobre lo que pueda suceder después. No estropees mis planes, queriéndome imponer tus ideas. Déjame ser Dios y actuar con libertad.
Abandónate confiadamente en mí. Reposa en mí y deja en mis manos tu futuro. Dime frecuentemente: Jesús, yo confío en ti.
Lo que más daño te hace es tu razonamiento y tus propias ideas, y querer resolver las cosas a tu manera.
Cuando me dices "Jesús, yo confío en ti", no seas como el paciente que le pide al médico que lo cure, pero le sugiere el modo de hacerlo. Déjate llevar en mis brazos divinos, no tengas miedo, YO TE AMO.
Si crees que las cosas empeoran o se complican a pesar de tu oración, sigue confiando, cierra los ojos del alma y confía.
Continúa diciéndome a toda hora: Jesús, yo confío en ti.
Necesito las manos libres para poder obrar. No te ates con tus preocupaciones inútiles, Satanás quiere eso; agitarte, angustiarte, quitarte la paz. Confía solo en Mí, abandonándote en Mí.
Yo hago los milagros en la proporción del abandono y confianza que tienes en Mí.
Así que no te preocupes, hecha en Mí todas tus angustias y duerme tranquilo. Dime siempre Jesús, yo confió en ti, y verás grandes milagros.
Te lo prometo por mi amor.
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