Cuando no logramos someter nuestra ansiedad al Señor o rendir los problemas a Dios, la desesperación toma el control y genera caos. La fortaleza del cristiano está basada en su confianza en Dios; mientras que la angustia y la desesperación son oportunidades del reino de las tinieblas para afligir al cristiano.
“Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor” Salmo 40:1.
a) David esperaba con paciencia en Dios. Salmo 40:1a.
a) David esperaba con paciencia en Dios. Salmo 40:1a.
Con mucha frecuencia anhelamos que Dios responda a nuestras oraciones rápidamente, sin embargo, en este caso David espera en el Señor.
No nos dice exactamente la Biblia cuánto tuvo que esperar, pero él tuvo la virtud de ser paciente. David confiaba en la respuesta de Dios, y esto implica creer que Él hará lo mejor y lo hará en su tiempo perfecto.
b) El afán y la ansiedad no son buenos consejeros.
Siempre será mejor para nosotros confiar y esperar en el Señor. Podemos recordar aquí cuando el profeta Samuel le dijo al rey Saúl:
“En siete días volveré y sacrificaré holocaustos al Señor”. Era ésta una orden de parte de Dios, pero el rey Saúl viendo que se cumplían aquellos siete días, y que los filisteos venían y soldados de Israel empezaban a desertar de sus filas, se apresuró y ofreció el holocausto a Dios.
Cuando Saúl levantó la cabeza vio que el profeta Samuel venía, lo recibió y el profeta entonces le dijo: “Locamente has hecho, pues no guardaste la instrucción de tu Dios; por esto tu reino no será duradero”. Vemos pues que es muy importante caminar en los tiempos de Dios.
c) Dios escucha la oración de sus hijos, Salmo 40:1b.
En muchas ocasiones, ante el problema el creyente puede pensar que Dios no ha escuchado su oración, pero en realidad Dios sí oye a sus hijos. Él está interesado en la situación de cada uno. El Señor no es indiferente ni insensible a tu clamor.
Aquí debemos hacernos una pregunta importante, y es: ¿Qué momento estaba viviendo David? ¿Cuáles eran las condiciones de su vida cuando escribe este salmo? Precisamente por el contenido del mismo podemos ver que enfrentaba un gran peligro, y por eso clama protección a Dios y pide ser librado de sus enemigos.
El rey Saúl perseguía de una manera feroz y constante a David (pudo haber durado esta persecución unos diez años). Fue sin duda difícil para David vivir ese tiempo, había detrás de él un numeroso ejército que lo buscaba para capturarlo y quitarle la vida.
Sin embargo, la Escritura nos enseña que Dios nunca lo desamparó, ninguna espada enemiga durante todo aquel tiempo lo tocó, el Señor lo protegió todos los días, porque Dios escucha el clamor de sus hijos.
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