Óseas 4:6 “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento…”
La ignorancia es muy mal enemigo (el peor) del creyente. El desconocimiento de saber quién eres en Cristo Jesús, hace que el enemigo tome parte en tu vida y no estés en plenitud de vida como hijo de Dios. Si conoces tu identidad, también conocerás al autor de tu vida, y por consiguiente serás poseedor de todas las riquezas en Cristo Jesús.
La ignorancia y la falta de conocimiento de Dios, de su palabra, de su poder, de las promesas que Él te ha dejado, del poder en el nombre de Jesús, del poder de la sangre de Cristo vertida en la cruz del calvario, del desconocimiento del poder del Espíritu Santo en tu vida, todo esto hace que no recibas todas sus promesas, riquezas y bendiciones, aquellas que Dios te ha otorgado al hacerte hijo de Dios (Juan 1:12), heredero y coheredero con Cristo Jesús.
Romanos 8:17 “Y si hijos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados”.
La palabra de Dios, que es la Biblia, es el manual de instrucciones que Dios nos ha dejado para que meditemos en ella y la pongamos por obra. Su palabra nos hará prosperar en todos nuestros caminos.
Josué 1:8 “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien”.
En este versículo te aclara Dios como te puedes apropiar de todas las promesas, cumpliendo su palabra. No te será fácil, pero tampoco imposible y dice el Señor (1 Juan 5:3) que guardes sus mandamientos y sus mandamientos no son gravosos; porque has nacido de Dios y has vencido al mundo; la victoria que ha vencido al mundo es tu fe en Cristo Jesús.
Sin el conocimiento de este manual de instrucciones, ¿como podrás usar todo lo que Dios te ha dejado y otorgado a través del perfecto sacrificio de Cristo en la Cruz del calvario?
Tu vida debe ser una vida de glorias y victorias, y lo será cuando entiendas el lugar que tienes en Cristo Jesús. Eres un hijo de Dios, y si hijo, también heredero de todas las riquezas en gloria en Cristo Jesús (Gálatas 4:7).
Un hijo disfruta de todas las riquezas y posesiones que hereda de sus padres, un extraño no tiene parte en la herencia; solo un hijo es poseedor de toda ella. Así es un genuino hijo de Dios cuando conoce lo que ha heredado, que todo le pertenece y puede disfrutarlo libremente en su plenitud.
Dios te dice hoy: Hijo, todas mis cosas son tuyas (Lucas 15:31). ¿Por qué no tomas el lugar que te corresponde y comienzas a disfrutar de la herencia recibida?
Puede haber varios motivos por los cuales un hijo de Dios no puede disfrutar de todas las riquezas en gloria en Cristo Jesús, pero el mayor obstáculo es la ignorancia y el desconocimiento de no saber quién es en Cristo Jesús, con relación al mundo natural y espiritual.
MUNDO NATURAL
El mundo conoce que eres un hijo de Dios, en el mundo se te reconoce como un ser especial, Isaías 54:17 “Ningún arma forjada contra ti prosperará…”
Nadie puede hacerte frente, daño, ni nadie puede tocarte, el Señor te cuida, (Zacarías 2:8) “El que os toca, toca a la niña de mis ojos”. El mundo reconoce que Dios está contigo, que hay poder en ti y que hay una autoridad superior que te reviste con el poder del Espíritu Santo que mora en tu vida.
Hechos 1:8 “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo…”
En el mundo, reconocen en ti que hay una sabiduría sobrenatural que no procede de hombre alguno sino del Dios altísimo (Santiago 3:17). Usa la palabra de Dios con sabiduría y las armas que Dios te ha entregado con precisión y destreza.
Vive por fe y decreta victorias antes de recibirlas, con la seguridad de que te has apropiado de todas las promesas. Tu confianza es plena en el Señor Jesucristo (Jeremías 17:7), y tus fuerzas no están puestas en los hombres, sino en el autor de la vida. En Cristo mismo, que es la roca eterna e inamovible. Cuando el mundo conozca quién eres en Cristo Jesús, el mundo anhelará y deseará ser esa tierra deseable que eres tú.
MUNDO ESPIRITUAL
Conocemos que solo hay dos reinos entre los cuales hay una constante lucha (Efesios 6:11-12). Tu lucha no es contra carne ni sangre sino contra los poderes de las tinieblas. Los demonios solo reconocen a los hijos verdaderos de Dios, y huyen ante su presencia porque mayor es el que está dentro de ellos que el que está en el mundo. Un verdadero hijo de Dios tiene autoridad para resistir al diablo en el nombre de Jesús y echar fuera los demonios (Marcos 16:14-18).
Otro de los beneficios que Dios te ha dejado son los ángeles (Hebreos 1:7), y los ángeles son ministradores de los que lo aman y luchan a su favor. La armadura de un soldado es la protección y cobertura de su vida, y un hijo de Dios debe estar continuamente vestido de la armadura que Dios le ha dado, y preparado para hacer frente a los ataques del enemigo (Efesios 6:10).
La ignorancia de las riquezas de Dios en tu vida
La ignorancia del conocimiento de la palabra de Dios te hace inexperto en las luchas, y eres un blanco fácil para ser derrotado por el enemigo. La ignorancia de saber quién eres en Cristo Jesús y qué lugar ocupas en los reinos natural y espiritual, destruye la fe, el poder de Dios y su palabra, las promesas y bendiciones de Dios, y sobre todo destruye el propósito de Dios para tu vida.
Hoy, como un verdadero hijo de Dios, nutrido de la palabra de verdad, debes conocer las armas que Dios ha puesto a tu alcance para que las uses y disfrutes de todas las bendiciones que Él te ha otorgado.
Algunas de ellas son:
- El poder de la fe.
- La sangre de Jesucristo.
- El poder del Espíritu Santo.
- El nombre de Jesús.
- El poder de la oración.
- El poder de la palabra de Dios.
- El poder de la alabanza.
Todo esto Dios te lo ha entregado para ser victorioso, pero debes destruir la ignorancia que estaba cegando tus ojos. Hoy la luz de Jesucristo resplandece en tu vida, estas son algunas de las armas que Dios te ha dejado, aprópiate de ellas cada día y úsalas con la sabiduría que el Espíritu Santo de Dios te da.
Bendiciones.
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