viernes, 3 de mayo de 2019

He sido seducido por Su Gracia

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación
por nuestros pecados. 
1ra de Juan 4:10.

La firmeza del amor de Dios
Cuando alguien cree en el Evangelio para salvación se debe a que Dios, en su misericordia, venció la resistencia y la dureza de su corazón.
Dios es quien puede hacerlo, según Su voluntad, porque es soberano y nada puede detener el Poder de Su Mano. (Efesios 1:11, Daniel 4:35, Juan 10:28).
Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. (Mateo 16:15-17).

Cuando es Dios quien enamora y conquista al pecador, ni el más impío puede resistirse a la fuerza de Su amor, a esto se le llama en teología la Gracia Irresistible de Dios.
Es así porque para Dios no hay nada imposible. (Lucas 1:37). Y el libre albedrío del hombre nunca podrá ser más grande que la soberanía absoluta de Dios.

Algunos creyentes no lo aceptan

www.salvosporgracia.comPero Charles Spurgeon, quien fue y es aún uno de los pastores británicos más destacados de la historia, y conocido como el príncipe de los predicadores escribió así:               👶           ↔               😛

Dios persigue a sus escogidos

Los elegidos sienten un llamado interno al cual no pueden resistir, y es la fuerza del Espíritu Santo que está trabajando en lo más profundo de sus almas sin tregua alguna.
¿Ha pensado usted en Dios? Pues Dios no cesa de pensar en usted. ¿Ha tratado de sacar a Dios de su vida y no ha podido? Pues Dios no dejará perder su alma. Si lo buscamos es porque Él nunca ha dejado de atraernos con sus cuerdas de amor. (Oseas 11:4).
Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. (Romanos 3:10-11).

porque Dios es el que en vosotros
 produce así el querer como el hacer,
por su buena voluntad.
(Filipenses 2:13).
Así que no depende del que quiere, 
ni del que corre, sino de Dios
que tiene misericordia.
(Romanos 9:16).

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Si estamos en el mismo sentir

Debemos reconocer que es Dios quien se ha enamorado de nuestras almas. Su amor nos ha perseguido durante toda nuestra existencia en esta vida terrenal.
¡Aleluya! ¡Sea Dios Glorificado! 
¡Dios nos ha conquistado!
Nosotros lo amamos a él, porque Él nos amó primero. (1 Juan 4:19).

Una escena histórica de Su muerte
 
Cuando El Hijo de Dios se aproxima a la eternidad, en el momento de su muerte, se encuentran a su lado dos malhechores, dos pecadores. La gracia de Dios toca sin duda a uno de ellos, y le convence de pecado, de justicia y de juicio. 
Y este malvado declara las cosas que solo el Espíritu Santo pudo haberle revelado. (Lucas 23:40-43).
  1. Soy pecador, y merezco la muerte de cruz.
  2. Jesús es justo y su muerte es injusta.
  3. Él vendrá en un Reino y quiero que se acuerde de mí. 

El amor de Dios me ha seducido de tal manera, que esto es lo único que quiere declarar mi alma: Señor Jesús, soy pecador y merezco el infierno; pero Tú eres santo y has derramado tu sangre por mí. ¡Acuérdate de mí cuando vengas en Tu Reino!
El impío arrepentido partió al paraíso con Jesús aquella fatídica noche de su crucifixión, y nunca dio frutos por su conversión, no dio diezmos, no comulgó el pan y el vino del Señor, y tampoco se bautizó o perteneció a una iglesia evangélica, mas Dios lo salvó por pura Gracia del Salvador.

¿Qué hacer con el que no cree y no se arrepiente?

No queda otra opción que orar a Dios para que Su Santo Espíritu lo quebrante y que Su Gracia eficaz lo alcance.  Nuestros argumentos, "biblazos" y amenazas con el infierno a los pecadores, no darán resultados efectivos ni serán convincentes para doblegar la dureza de un corazón impío. (Juan 16:8).
Con lazos de ternura, con cuerdas de amor, los atraje hacia mí; los acerqué a mis mejillas como si fueran niños de pecho; me incliné a ellos para darles de comer. (Dios Habla Hoy. Oseas 11:4). 
¡Supliquemos al Señor que nos colme con alguna porción de su amor y compasión por los no creyentes! 
Que el amor de Dios pueda fluir en nuestro abrazo, en nuestra camaradería con los impíos, y en cierta compasión sincera por los más perdidos y marginados de este mundo. (Lucas 19:10).

Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Jeremías 20:7.

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