lunes, 4 de marzo de 2019

Cada Obstáculo, Una Oportunidad…

La misma vida ya se inicia con una pugna. Para venir a este mundo, el bebé debe abandonar el cobijo y la seguridad que goza en el vientre de la madre y recorrer con dificultad un estrecho conducto.
Antes de remontar el vuelo a las alturas, el águila debe abrirse paso a picotazos para salir del huevo.
Antes de deleitarnos con su gracia y hermosos colores, la mariposa debe escapar del capullo.
Resultado de imagen de Cada Obstáculo, Una Oportunidad…¿Por qué permite Dios las tribulaciones?
Son muchos los motivos, pero pueden resumirse en una sola palabra: beneficios. Él ve los beneficios. Las pruebas y las tribulaciones fortalecen y moldean nuestro carácter. Hacen de nosotros mejores personas y mejores cristianos.
Si alguna vez te parece que las pruebas, tribulaciones y dificultades que enfrentas son tan intensas que no las puedes soportar, no olvides que el Señor es mayor que estas. Encomiéndaselas a Él.
La vida está llena de dificultades. Si nos descuidamos, este mundo nos agobia con sus inmunerables problemas. Nos quedamos empantanados en ellos y no podemos ver más allá.
Mas Dios quiere que miremos hacia adelante, por encima de los obstáculos que se nos presentan a cada momento.
Si te pones de cara al sol, no verás las sombras.– HELEN KELLER (sorda y ciega toda su vida)
Que no diga yo en la enfermedad: “¿Me estoy mejorando de mi dolencia?” Sino más bien: “¿Estoy mejorando a causa de ella?” — WILLIAM SHAKESPEARE
Medita en las bendiciones de las que disfrutas en la actualidad –de las cuales todos los hombres gozan en abundancia–, no en las desdichas del pasado, las cuales todos han conocido en alguna medida— CHARLES DICKENS
«Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.» Filipenses 4:13

Helen Keller era sorda y ciega. No obstante, aprendió a escribir e incluso a hablar. Su ejemplo ha inspirado a millones de personas, tanto sanas como incapacitadas.  “Le agradezco a Dios mis impedimentos” –llegó a decir–, “pues gracias a ellos me encontré a mí misma, descubrí mi vocación y hallé a mi Dios.”
John Milton estaba ciego cuando escribió el poema épico más hermoso de la literatura inglesa, ‘El Paraíso Perdido’. Fanny Crosby también era invidente cuando escribió más de 6.000 himnos. Beethoven estaba sordo cuando compuso algunas de sus sinfonías más grandiosas.
No debemos huir de los problemas ni acobardarnos cuando vemos que se avecinan.
Más bien debemos pedir a Dios que nos ayude a remontarlos con las alas de la oración.
Si Dios está obrando en tu vida con el fin de cultivar en ti una determinada cualidad, puede que el proceso se demore un poco. Un trozo de carbón no se convierte en diamante de la noche a la mañana; lo mismo sucede con nosotros.
Cuando te parezca que has llegado al límite de tus fuerzas, aguanta un poco más. Muchas veces la paciencia es la llave que abre la puerta de la recámara de las bendiciones de Dios.
“La tribulación produce paciencia; la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza.” Romanos 5:3-4
Las dificultades nos enriquecen. Nos trasladan del plano de la cotidianidad superficial y el ajetreo de la vida moderna a la dimensión espiritual, más profunda. Así mismo, al percibir el poder divino y ver cómo Dios nos saca adelante en situaciones difíciles, aumentan nuestra fe y nuestra esperanza en que Él velará por nosotros cualesquiera que sean las tempestades que se nos presenten.
«Esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria.» 2 Corintios 4:17
Nada ocurre porque sí a los hijos de Dios. Todo responde a un designio genial. Cada problema, revés, castigo o dolor es un golpe de cincel del Escultor celestial.
«Si sufrimos, también reinaremos con Él.» 2 Timoteo 2:12
Hay Alguien que te ama y entiende exactamente por lo que estás pasando. A Él le interesas más de lo que puedas imaginar, y quiere que tengas una vida feliz y productiva, y que seas una influencia positiva en las vidas de las personas a tu alrededor.
Pide a Jesús que entre en tu corazón a través de esta oración:
“Jesús, deseo los dones que Tú nos ofreces: la vida eterna, el amor y un sentido a la vida. Te abro mi vida y mi corazón ahora y acepto tu don de salvación. Te ruego que me perdones todas mis malas acciones, que me ayudes a volver a empezar, a llegar a conocerte íntimamente y a sentir tu amor. Amén ”.

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