Esta historia aconteció en una aldea de Escocia, una de las cuatro naciones que conforman el Reino Unido. Trata de las aflicciones de una madre cristiana por su hija que, siendo muy jovencita, tomó el mal camino, determinando salir de su hogar para llevar una vida licenciosa.
Como era habitual, llovía intensamente, y la madre pensaba en su hija imaginando que debía estar pasando frío. Muchas noches las pasó en vela esperando su regreso; podría ir a buscarla pero no sabía en qué ciudad estaba. Todos los días hacía mención de su hija en sus oraciones, rogando al Señor que pusiera los medios para que volviera a su hogar.
Cierta noche, el agua caía torrencialmente desde el cielo, mientras que su corazón triste de mamá no hacía más que pensar en ella. De improviso, sintió fuertes golpes en su puerta, y al abrir, se encontró con una muchacha apenas cubierta con unos trapos muy delgados y empapados a más no poder.
“Pobre muchacha”, pensó. —Mamá, ¿me perdonas?, dijo la joven. La madre, apenada y regocijada a la vez, abrazándola la introdujo al interior de su casa. —No hay necesidad de que te perdone, jamás te he juzgado, pero te voy a pedir que oremos para que el Señor Jesús entre a tu corazón, dijo. —Pero mamá, si por eso he venido… necesito tu perdón por haberme portado tan mal, ya tengo el perdón de Dios, mi corazón ahora le pertenece a Jesús, respondió la hija. —¿Qué me dices, hija?, preguntó. —Sí mamá, hace dos semanas acepté a Cristo como mi Salvador personal. Él vino a mí cuando más lo necesitaba, caminé días para contártelo, dijo la hija.
Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo. Jonás 3:10
Las consecuencias del pecado son catastróficas, y para muchos serán eternas si no hay arrepentimiento. La joven de la historia, abrumada por el pecado, determinó vivir su propia vida, apartándose de la única persona que podía aconsejarla bien, y lo pagó caro. La Biblia dice que la paga del pecado es la muerte, y la sentencia es definitiva, sin apelación.
Una de las cosas que mueve el corazón de Dios, es el arrepentimiento. Sucedió con Nínive, la ciudad que oyó el mensaje de Jonás y se libró de perecer. Del mismo modo, la hija desobediente se arrepintió para convertirse en una nueva criatura, deteniendo de ese modo la justicia de Dios en razón del pecado. Abrió su corazón a Cristo Jesús, encontrando en Él, libertad y sanidad. Amigo, si usted determina aceptar a Jesús como su único y suficiente Salvador Personal, tendrá como resultado el perdón y la oportunidad de ser feliz y tener paz.
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