Sin el AT, no entenderíamos las costumbres judías mencionadas en pasajes del NT. No entenderíamos las perversiones que hicieron los fariseos a la ley de Dios, al añadirle sus tradiciones. No entenderíamos por qué Jesús estaba tan enfadado mientras purificaba el patio del templo. Y no entenderíamos que podemos usar la misma sabiduría que usó Jesucristo en Sus muchas respuestas a Sus adversarios (tanto humanos como demoníacos).
Sin el Antiguo Testamento nos perderíamos numerosas profecías detalladas que solo pudieron cumplirse porque la Biblia es la Palabra de Dios, no de los hombres. Estas profecías nos dan detalles específicos sobre el levantamiento y caída de naciones, cómo caerían, si se levantarían nuevamente, qué poderes serían los siguientes en emerger, quiénes serían los actores principales (Ciro, Alejandro el Grande, etc.), y qué sucedería a sus reinos cuando estos personajes murieran. Estas detalladas profecías son tan exactas que los escépticos atacan diciendo que tuvieron que haber sido escritas después de los hechos.
El AT también contiene numerosas lecciones para nosotros a través de las vidas de sus muchos personajes. Al observar sus vidas somos animados a confiar en Dios sin importar lo que suceda (Daniel 3), y a no comprometernos en las cosas pequeñas (Daniel 1), para que seamos fieles más tarde ante las cosas grandes (Daniel 6). Podemos aprender que es mejor confesar el pecado pronta y sinceramente, en lugar de pasar la culpa a otros (1 Samuel 15). Podemos aprender a no jugar con el pecado, porque nos encontrará desprevenidos y su mordida es mortal. (Ver Jueces 13-16).
Podemos aprender que necesitamos confiar (y obedecer) a Dios si esperamos experimentar la vida en Su tierra prometida en esta vida y Su paraíso en la próxima (Números 13). Aprendemos que si consideramos el pecado, solo nos estamos exponiendo a cometerlo (Génesis 3; Josué 6-7). Aprendemos que el pecado tiene consecuencias, no solo para nosotros mismos, sino para nuestros seres amados y a la inversa, que nuestro buen comportamiento tiene recompensas no solo para nosotros sino también para aquellos que están a nuestro alrededor (Génesis 3; Éxodo 20:5-6).
El Antiguo Testamento también contiene gran cantidad de sabiduría que en el Nuevo no encontramos. Mucha se encuentra contenida en los Salmos y Proverbios. Estos trocitos de sabiduría revelan cómo puedo ser más sabio que mis maestros, a dónde nos conducirán ciertos pecados (nos ayuda a ver el anzuelo que esconde el bocado), y qué nos ofrecen los logros en este mundo, (nada). También ¿cómo puedo reconocer si soy un necio (moralmente)?, ¿cómo puedo encontrarle significado a la vida? Nuevamente, hay mucho ahí que solo está esperando a ser encontrado por alguien que realmente quiera aprender.
Sin el AT, no tendríamos una base para sostenernos contra el error de las perversiones, que se suponen, políticamente correctas de nuestra sociedad, en la que la evolución es vista como creadora de todas las especies a través de millones de años, en lugar de ser ellas el resultado de la creación especial de Dios en seis días literales. Aceptaríamos la mentira de que los matrimonios y la unidad familiar son una estructura evolutiva que debe continuar cambiando ante los cambios sociales, en vez de ser vista como un diseño de Dios con el propósito de criar buenos hijos, y para la protección de aquellos que de otra manera serían utilizados y abusados (más frecuentemente las mujeres y los niños).
Sin el AT, no entenderíamos las promesas que Dios cumplirá en un futuro a la nación judía. Como resultado, no veríamos propiamente que el período de la Tribulación es un lapso de siete años en el cual Cristo trabajará específicamente con la nación judía que lo rechazó en Su primera venida, pero que lo recibirá en Su segunda venida. No entenderíamos cómo el futuro reinado de Cristo de 1,000 años encaja en Sus promesas a los judíos, ni cómo los gentiles encajarían en él. Tampoco veríamos cómo el final de la Biblia ata los cabos sueltos que no fueron revelados en el principio de la Biblia, cómo Dios restaurará el paraíso que Él originalmente creó para que fuera este mundo, y cómo disfrutaremos de un íntimo compañerismo con Él de una manera personal como en el Huerto del Edén.
En resumen, el Antiguo Testamento es un espejo que nos permite mirarnos a nosotros mismos a través de las vidas de los personajes del mismo, y nos ayuda a aprender lo experimentado en sus vidas. Vierte mucha luz sobre quién es Dios y las maravillas que Él ha hecho y la salvación que Él ha forjado. Transmite consuelo a aquellos que padecen persecución o tribulación (especialmente ver los Salmos). Revela a través del repetido cumplimiento de las profecías, por qué la Biblia es única entre todos los libros sagrados – solamente ella puede demostrar lo que es y que clama ser: la inspirada Palabra de Dios. Revela grandes cosas sobre Cristo en página tras página de sus escritos. Contiene tanta sabiduría que va más allá de lo que es aludido o citado en el Nuevo Testamento. En pocas palabras, si aún no te has aventurado en la profundidad de sus páginas, te estás perdiendo mucho de lo que Dios ha dispuesto para ti. Mientras lo lees, habrá mucho que no entiendas de inmediato, pero también habrá mucho que entenderás y aprenderás. Y mientras continúas estudiándolo, pide a Dios que te enseñe más, te pagará con tesoros aún más brillantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario