Jesús dijo: “Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja,
que entrar un rico en el reino de Dios” (Marcos 10:25).
¿A qué se refería Cristo con esto de pasar por el ojo de una aguja? Todo parece indicar que se manejaban dos tipos de puertas importantes en la ciudad.
Cristo muestra lo difícil que les será entrar al cielo a aquellos que aman más las riquezas que a Dios. Sin embargo, este joven rico se acerca a Jesús y le argumenta lo siguiente: “Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?” (Mateo 19:20).
Pero Jesús, que no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues Él sabía lo que había en el hombre (Juan 2:25), le dice:
"Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz". Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. (Marcos 10:21 y 22).
Cristo toca el punto más sensible del corazón de este joven rico, pues él podía envanecerse con el cumplimiento de otros mandamientos de la ley; pero le faltaba la compasión por los pobres, el deseo sincero de compartir algo de sus bienes con alguien en necesidad y mucho más aún, no tenía la disposición de abandonar sus riquezas para tomar su propia cruz y seguir a Jesucristo.
Puede haber cristianos ricos en el mundo que hayan almacenado grandes sumas en los bancos y hayan llegado a tener buenas inversiones; pero ojalá que Dios obre en sus corazones para que nunca pierdan su confianza en Jehová, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos. (Isaías 26:4).
¿Sinceramente esperas y crees en una mansión gloriosa? ¿La anhelas o no?
Jesús nos dice:
"No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.
Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón".
(Mateo 6:19-21).
Los ricos tienen una gran tragedia en sus vidas y es que ponen todo el descanso de sus almas en el dinero. Sin darse cuenta han fabricado a lo largo de muchos años, un ídolo llamado el dios-dinero. Creen que su fortuna les podrá resolver el amor, la felicidad, la salud y la paz interior, pero no pueden evitar el estrés, el sufrimiento, la enfermedad, la falta de un hogar y el vacío espiritual que hay todavía en sus corazones.
La revista Forbes ha colocado en el número uno al hombre más rico que hay en los Estados Unidos de América. Éste es Bill Gates, fundador y presidente de la compañía Microsoft. ¿Tiene usted idea de cuántos ordenadores en el mundo utilizan Windows y los paquetes de Microsoft Office?
Se hace evidente la obra social que realiza este hombre con la Fundación Bill y Melinda Gates (B&MGF). Está considerada como la obra privada de caridad más grande del mundo entero, y sus oficinas centrales están en la ciudad de Seattle, Washington. E.U.A.
Sin embargo, ¿cree usted que ya habrán comprado la Vida Eterna?
Porque nada trajimos a este mundo, y nada podemos llevarnos. Así que, si tenemos ropa y comida, contentémonos con eso. Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción. Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores. (1ra de Timoteo 6:7-10).
Puede que sea muy difícil para un cristiano rico entonar de corazón este himno que se expone en el vídeo que sigue, quizá ya algo pasado de moda y desconocido para muchos cristianos de hoy.
A veces creemos pero no soñamos con un hogar más allá del sol, donde no habrá más este orden de cosas terrenales.
Sin embargo, Dios tiene preparado para sus hijos cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido al corazón de hombre, y por ende nadie puede imaginarse en verdad ese hogar que está más allá, realmente sí, mucho más allá del sol. (1ra de Corintios 2:9).
Cristo muestra lo difícil que les será entrar al cielo a aquellos que aman más las riquezas que a Dios. Sin embargo, este joven rico se acerca a Jesús y le argumenta lo siguiente: “Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?” (Mateo 19:20).
Cristo toca el punto más sensible del corazón de este joven rico, pues él podía envanecerse con el cumplimiento de otros mandamientos de la ley; pero le faltaba la compasión por los pobres, el deseo sincero de compartir algo de sus bienes con alguien en necesidad y mucho más aún, no tenía la disposición de abandonar sus riquezas para tomar su propia cruz y seguir a Jesucristo.
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