Cuenta la historia, sacada de internet, acerca de una chica que estaba aguardando su vuelo en la sala de espera de un aeropuerto.
Como la espera se volvía larga, decidió comprar un libro y también un paquete de galletas. Luego se puso cómoda en su asiento y sacó su libro para leer. En eso, junto a ella se ubicó un hombre con una revista en mano, de tal manera que entre los dos, quedó el espacio de un asiento intermedio, en el que estaba ya abierto el paquete de galletas.
Como la espera se volvía larga, decidió comprar un libro y también un paquete de galletas. Luego se puso cómoda en su asiento y sacó su libro para leer. En eso, junto a ella se ubicó un hombre con una revista en mano, de tal manera que entre los dos, quedó el espacio de un asiento intermedio, en el que estaba ya abierto el paquete de galletas.
Cuando ella tomó la primera galleta, el hombre también tomó una. Y así de allí en adelante: una galleta ella, una galleta, él. Aquello le molestaba tanto a la chica que no conseguía concentrarse en la lectura. De pronto, ya solo quedaba una galleta en el paquete, y ella pensó: “¿y ahora qué hará este descarado?”
Entonces, el hombre, con una gentil sonrisa, partió la galleta, se sirvió una mitad y dejó la otra para ella. “¡Ah! ¡No! ¡Aquello le pareció demasiado a la chica, así es que se puso de pie, y encorajinada, se dirigió al sector de embarque, fulminando con la mirada y el pensamiento al extraño.
Minutos después, cuando estuvo en el interior del avión, miró dentro del bolso y para su sorpresa, allí estaba su paquete de galletas… intacto. ¿Qué había pasado? … pues que nunca lo había sacado, peor aún, nunca fue abierto… Lo que significaba que habían estado sirviéndose las galletas de aquel extraño. La chica sintió mucha vergüenza de sí misma. En eso, el avión empezó a partir.
¿Cuántas veces hemos sacado conclusiones anticipadas sobre alguien o algo?, ¿cuántas veces prejuzgamos o nos molestamos gratuitamente, dejándonos llevar por simples suposiciones? … De igual forma, ¿cuántas veces hemos juzgado a las personas que se cruzan en nuestro camino?… Opinamos de ellas gratuita y erradamente, quién sabe si por su manera de vestir, de hablar, de presentarse, por el tono de su piel, por sus modismos, etc., y las descalificamos sin habernos dado el tiempo necesario para conocerlas más a fondo, antes de emitir un criterio?
“Pero el Señor le dijo a Samuel:
-No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura,
pues yo lo he rechazado.
La gente se fija en las apariencias,
pero yo me fijo en el corazón”.
(1 Samuel 16:7)
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