sábado, 12 de enero de 2019

Juan el Bautista

juan-el-bautista-el-primo-de-jesusEn el evangelio de Lucas, capítulo 7;26-28, Jesús pronuncia el considerado como quizá el elogio más grande a un hombre, refiriéndose a ¿su primo? Juan: “… más que un profeta. Pues de él es de quien está escrito: Mira que yo te envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Por tanto os digo: Entre los nacidos de mujer, nadie ha sido mayor que Juan el Bautista…". Juan es muy importante para la vida de la Iglesia. Sabemos que nació de Zacarías e Isabel, la ¿prima de la Virgen María?, quien a una edad avanzada quedó embarazada. El ángel Gabriel, al anunciarle a Zacarías la venida de Juan le dijo: desde el vientre de su madre será lleno del Espíritu Santo y convertirá a muchos para Dios”. (Lucas 1:15-16)

Características de Juan el Bautista

1. Desde el vientre de su madre se alegraba al estar cerca de Jesús.

Cuando María fue a visitar a su prima Isabel, el evangelista nos narra que Juan saltó de gozo en el vientre de Isabel. Juan no pudo resistir el gozo de alabar a Dios con todo su cuerpo al sentir cercana su presencia. 

2. Llevaba una vida sencilla.

Dice la Sagrada Escritura que Juan llevaba como vestido solo una piel de camello, y como alimento lo que la Providencia pusiera a su alcance, principalmente langostas y miel silvestre (Mateo 3:4). A él solamente le preocupaba el Reino de Dios. Juan nos da un gran ejemplo, el de no estar apegados a las cosas pasajeras. Nos da un modelo de cómo disfrutar de la naturaleza y ser felices con lo que Dios nos regala. En confiar siempre en un Dios providente, que no nos abandona y nos da siempre lo necesario para vivir.

3. Predicaba la conversión.

En las orillas del río Jordán invitaba a las personas a enderezar sus caminos y a acercarse a Dios. Convertirse, para nosotros los cristianos, significa en otras palabras enamorarnos de Jesús. Hoy Juan sigue gritándonos para que no dejemos pasar de largo al amor de los amores: Jesús.

4. Promovía ayudar a los más necesitados.

Cuando le preguntaron a Juan, “¿Qué es lo que debemos hacer?" Él contestó: "El que tenga dos túnicas que reparta con quien no tenga ninguna; y el que tenga alimentos que haga lo mismo" (Lucas 3:11). Siempre estaba incidiendo en ver las necesidades de los demás y en suplirlas. Igualmente, estamos llamados a servir a Jesús con los que carecen de muchas cosas para tener una vida digna de hijos/as de Dios.

5. Enseñó que Jesús es el que bautiza en el Espíritu Santo.

Juan bautizaba a las personas en el río Jordan como señal de cambio, de conversión. Pero él nos mostró que Jesús tiene el poder de bautizarnos en el Espíritu Santo. Todos los cristianos hemos recibido la promesa de lo alto, el Espíritu Santo. Hoy, al igual que Juan, debemos dejarnos mover por ese mismo Espíritu para reconocer a Jesús como nuestro Dios e imitarlo como el Señor de nuestras vidas.

6. Reconoció al único que puede quitar el pecado del mundo.

Al ver a Jesús, Juan dijo: "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Todos somos pecadores, pero sabemos que tenemos un Dios compasivo, tierno, lento para la ira y rico en piedad. Por eso escuchemos la voz del que clama en el desierto, Juan el Bautista, y coloquemos delante de Jesús todos nuestros pecados para experimentar su gracia y misericordia.

7. Dio su vida por amor a la verdad.

No se dejó llevar por posiciones en la sociedad, ni por las ideologías de su época. Al contrario, siempre, procurándolo, habló del amor y de la verdad, incluso diciéndole al rey Herodes que no estaba bien que estuviera viviendo con la mujer de su hermano, lo cual le costó la vida. Juan es un gran modelo a seguir en nuestro mundo actual, en el cual muchas veces debemos navegar en contra de los ideales del mismo, para presentar el verdadero amor que se encuentra únicamente en el mismo Jesús.


Amado Jesús, te pedimos que nos des hoy y siempre la gracia de gozar de tu presencia. Que con nuestro corazón y con todo nuestro cuerpo te alabemos y bendigamos siempre. Danos la gracia de llevar una vida humilde y sobre todo confiar en que tu Padre Celestial nunca nos abandona, sabiendo que siempre está ahí mostrando su generosa providencia. Amado Jesús, reconocemos que te hemos fallado, que muchas veces hemos fallado al amor, y por eso te pedimos perdón, seguros de que eres un Dios de misericordia que nos da nuevas oportunidades. Te suplicamos que hoy nos llenes nuevamente de la fuerza, el poder y el amor del Santo Espíritu para que podamos servirte en los más necesitados, y a la vez seamos testimonio de tu amor, al igual que Juan el Bautista, en la sociedad actual en la que vivimos. A ti sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.





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