«Bienaventurados los de corazón limpio, porque verán a Dios» (Mateo 5:8).
I. ¿Qué es el corazón? Abarca la voluntad, el asiento de los afectos y de los deseos. Es el Lugar Santísimo en el hombre, la cámara secreta del Espíritu.
II. ¿Qué es la limpieza? La limpieza implica la ausencia de todo aquello que pueda ensuciar o quebrantar la armonía de nuestro más elevado ser. Aire, agua u oro puros significan la ausencia de elementos contaminantes o rebajadores.
III. ¿Qué se entiende por un corazón limpio? Un corazón devuelto a su verdadera y original condición, traído a la perfecta armonía con la voluntad de Dios. El lenguaje de los de limpio corazón es: «El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado» (Salmos 40:8).
IV. ¿Cómo puede el corazón ser limpiado? El corazón, aunque engañoso más que todas las cosas, y perverso, puede ser limpiado:
1. Por la fe en la sangre expiatoria de Cristo (Hechos 15:9; Hechos 9:14).
2. Por una continua permanencia en la verdad (Juan 17:17; Efesios 5:26).
2. Por una continua permanencia en la verdad (Juan 17:17; Efesios 5:26).
V. ¿Cuál es la bienaventuranza de los de limpio corazón? «Verán a Dios».
1. En Cristo Jesús.
2. En las Escrituras.
3. En la providencia.
4. En sus propios corazones.
2. En las Escrituras.
3. En la providencia.
4. En sus propios corazones.
Persisten «como viendo al Invisible» (Hebreos 11:27).
VI. ¿Cómo es que solo los de limpio corazón pueden gozar de esta bienaventuranza? Porque la impureza ciega los ojos para no ver aquello que es puro y santo, así como los ojos con ictericia decoloran los objetos o como los vapores terrenales ocultan los cielos. «Cual es su pensamiento en su corazón, tal es Él» (Proverbios 23:7).
VII. ¿Es limpio, mi corazón? «Escudríñame, oh Dios» (Salmo 139:23).
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