… invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás (Salmo 50;15).
La doctora no se mostraba preocupada, a pesar de estar hablando con mi esposo a quien acababa de diagnosticarle cáncer. Sonriendo, le sugirió que comenzara cada día dando gracias al menos por tres cosas. Él estuvo de acuerdo, ya que sabía que la gratitud abre el corazón para hallar ánimo en la bondad de Dios. Por eso Dan empieza cada día con palabras de alabanza: Gracias, Dios, por el descanso de la noche. Por mi cama limpia. Por el sol. Por el desayuno en la mesa. Por una sonrisa en mis labios.
La gratitud de todo corazón ayuda a levantar el espíritu, como le sucedía a mi esposo. Entonces, cuando clamamos al Señor «en el día de la angustia», Él nos libra (verso 15). No sabemos si mi esposo se sanará, espiritual y físicamente, durante su tratamiento de dos años, pero por ahora él se deleita en mostrarle a Dios su gratitud por su amor y por lo que es: Redentor; Sanador; Amigo.
Señor, aunque me parezca poco, quiero honrarte hoy diciéndote: Gracias.
Mi gratitud a Dios es algo grandioso para Él.
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