miércoles, 24 de enero de 2018

¿Qué significa Somos Más que Vencedores?

Después de leer todo el capítulo 8 del libro de Romanos, y al llegar a los versos 37 al 39: "Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro... podemos ver un claro testimonio de que los que vivimos el evangelio de nuestro Señor no tenemos una vida fácil en este mundo, y por eso exclamó el escritor a los Hebreos, extranjeros y peregrinos somos en esta tierra. (11:13). Sin embargo, detengámonos un momento en esa expresión: "Somos Más que Vencedores".

¿Por qué Somos Más que Vencedores?, ¿Qué significa esto?

Naturalmente, cualquiera podría pensar que la expresión: "Somos Más que Vencedores", se trataría de una promesa de victoria tras victoria, sin que veamos la caída. Que se trata de un continuo ejercicio de ganar, ganar y ganar.... Pero la realidad es que esto no es así. Necesitamos encontrarnos en nuestro camino como peregrinos, en debilidades, errores, enfermedades, engaños, decepciones, depresiones, ansiedades, tristezas, entre otras. Entonces, cabe hacerse otra pregunta, ¿Hay algo más que ser vencedor?, Si ya llegamos al premio final ¿Qué más se puede hacer? Quizá alguno pensará que mantenerse en la victoria es ser más que vencedor, que ganar una vez se puede lograr pero mantenerse constantemente no es nada fácil, y por ello es que somos más que vencedores... Simplemente, no es este el significado del verso.

¿Cuál es entonces? Vamos a ver: Leamos el capítulo nuevamente; el Apóstol habla de condenaciones, pecado y muerte, debilidades, nuestra vida carnal, enemistades, desagradar a Dios, esclavitud; y continúa hablando de nuestra vida cambiada por el Hijo de Dios, que nos libera de la corrupción que está en nuestros cuerpos, y que así como Él entregó todo por nosotros, así debemos nosotros participar en ello. Después continúa hablándonos de que seremos acusados, condenados, atribulados, angustiados, perseguidos, padeceremos hambre, desnudez, pobreza, peligros, seremos mutilados, atormentados, torturados (30- 36). Entonces, esto no tiene nada que ver con victorias, de victorias tras victorias, ¿no? ¡Claro que no!

Continúa diciendo, en el verso 38, que nada nos separará del amor de Cristo, ni la muerte, ni ángeles, ni potestades, ni lo presente, ni algo alto o profundo, oscuro o solo. Por eso aclara completamente en el verso 37, ante todas estas cosas somos más que vencedores. Aunque parece que estamos perdiendo, nosotros ya hemos obtenido la victoria por la obra en la Cruz del Calvario.

El pasaje bíblico no nos está diciendo que somos vencedores como los del mundo (es una pena que muchos nos quieren vender esto), cuando realmente está escrito que el Reino de los Cielos no es ni bebida ni comida sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Romanos 14:17). Nosotros no somos como los del mundo, somos más que ello, por eso está escrito en Hebreos "de los cuales el mundo no era digno... (11:38)". Y es por causa de Cristo Jesús, el conflicto de los siglos, que el mundo no nos conoce, y no lo conoció a Él (I Juan 3:1). Nosotros nunca nos convertiremos en ganadores para esta sociedad, dijo el Apóstol Pablo, ya que nos hemos convertido en la escoria de ella. (I Corintios 4:13)

Hermanos, mientras más perdemos en el mundo, somos más que vencedores. Este es el verdadero significado de esta frase: no somos vencedores porque siempre ganemos, sino porque aunque perdamos, solo aparentemente, somos vencedores.

La realidad de nuestras victorias se encuentra en nuestras pruebas, y a su pesar, en nuestra sujeción, dependencia, humillación, obediencia y valentía en Cristo. En lo que aprendemos y desaprendemos por medio de ellas. Aprendemos a depender más de Él y obtenemos, no sabemos cómo, una fina y complicada búsqueda por su naturaleza divina; y desaprendemos las viejas costumbres del hombre de pecado que nos condujo a llevarnos por nuestras amarguras y enfermedades, tanto visibles como no visibles. Es solo por medio del Espíritu Santo en nosotros, que Cristo es revelado cada día. Allí está nuestra victoria, en esto somos más que vencedores.
Cuando todo está mal, yo soy vencedor ¿por qué? Porque tendré la hermosa enseñanza que el Padre y Dios de nuestro Señor Jesucristo quiere entregarme. Así es que, solo entonces, sé que comprenderé los siguientes pasajes:

 Todo lo puedo en Cristo que me Fortalece. (Filipenses 4:13)
 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. (Romanos 8:28)
 Que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. (2 Corintios 4:8-10)
 Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; Mas los impíos caerán en el mal. (Proverbios 24:16)
 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. (2 Corintios 12:9-10)

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