miércoles, 3 de octubre de 2018

Tu amor, tu perdón, mi Salvación

De niña, una pregunta invadió mi mente: Si Dios creó al hombre y a la mujer, y luego ellos le desobedecieron, ¿por qué el Señor no los hizo caer en un sueño profundo del cual no volvieran a despertar? ¿Por qué Dios no volvió a crear al hombre y a la mujer sin que conocieran el pecado? Tal vez hoy todo sería diferente, tal vez no estaríamos aquí.
Repasando el libro de Génesis, encontré que:
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
(Génesis 1:27 RV60)
Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.
(Génesis 2:16-17 RV60)
Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, tome también del árbol de la vida, coma y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de la que fue tomado.
(Génesis 3:22-23 RV60)
Nuestro Señor estaba enojado con Adán y Eva por haber desobedecido su mandamiento, fueron expulsados del Edén y con ellos arrastraron en su caída a toda la Creación. Pero el enojo de nuestro Señor no duró para siempre, pues su amor fue más grande y envió a su Único Hijo a morir por nuestros pecados.
Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.
(Isaías 9:6-7 RV60)
Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
(Mateo 1:21 RV60)
En estos versículos está resumida la respuesta; es más, en varios libros de la Biblia aparece la respuesta que yo buscaba. La Biblia fue inspirada a sus escritores (2 Timoteo 3:16) para que hoy podamos leerla, recibirla, entenderla, aceptar los mensajes que nos deja y entrega nuestro Padre para afrontar la vida, esta vida. La Biblia es la Palabra que el Señor tiene para nosotros; cada hecho, cada historia que hay en ella, es un mensaje de amor para nosotros. Jehová Dios, Nuestro Señor, nos creó semejantes a su imagen en cuerpo, alma y espíritu. Mas su enojo con nosotros no duró para siempre, pues su amor fue mucho más grande y eterno; tuvo compasión, misericordia por nosotros.
El Señor no quiere que vivamos en pecado y por eso desterró a Adán y Eva del Edén. Vivimos en un mundo donde el pecado se expande cada vez más, de generación en generación. Viviremos una vida aquí en este mundo, pasaremos por desiertos, por pruebas, por tormentas; el enemigo tratará de confundirnos, de engañarnos, pero la justicia, el amor y la protección de Dios estará con nosotros. No somos merecedores de su misericordia y de su amor; por desobediencia estamos aquí.

Pero, ¿TÚ preferiste morir en una cruz por mí? TÚ, que eres perfecto entre los imperfectos. Tú que eres Santo entre los pecadores. Tú que eres sabio, que eres el príncipe de amor y de paz. Tú soportaste burlas, rechazos, engaños, mentiras, dolor. Tú que eres el único hijo de Dios libre de pecado. Aún siendo perfecto, Santo, correcto, aun siendo Dios, preferiste venir aquí a la tierra para vivir con espíritu humilde, para transformar, renovar al espíritu quebrantado de cada uno de nosotros. Dejaste mensajes, palabras de vida para ser transformados, para vivir una vida buena y abundante. Para ser mejores hijos, para aprender de tu palabra, de tu amor.
Tú que nos creaste, que pudiste habernos dejado vivir en el pecado, decidiste perdonarnos, dejaste que nuestros antepasados Adán y Eva siguieran viviendo.
Hay un estribillo de una hermosa canción que relata el perdón del Señor:
“Tú quebrantado, porque tanto me amas,
precioso tesoro, vertiste por mí.
Tú quebrantado y ofrecido a mis pies,
en dulce abandono, Cristo, tu vida derramaste por mí.”
(Steve Green. Quebrantado y derramado) 
Nuestro Señor nos dejó vivir, estamos en este mundo porque Él quiere que sepamos, que entendamos lo grande de su amor por nosotros. Que sepamos que podemos ser salvados por Él, para heredar una vida eterna junto a Él. Su gran amor, su Gracia nos salvó, todo lo que hizo, hace y hará es por nosotros, es por Amor.

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