Ni a la derecha ni a la izquierda, solamente camina
directamente a tu meta que es, sin duda, la felicidad. Y no la confundas con los
estados de ánimo; ya que la primera es permanente pero los últimos varían. No
creas que no eres feliz, porque todo aquel que camina con Dios, inclusive en ese
desierto en el que estás, vive.
El día amanece y con él la alegría, por lo que trata
de ponerte más bonita, más guapo, sácale una sonrisa a esa carita y date cuenta
de que Dios te ama mucho. No te amedrentes pensando que nadie notará el cambio,
mejor piensa que es una locura disimularlo. Dios te creó hombre o mujer para
embellecer el mundo, embellécelo con la alegría que sale de tus dulces
encantos. No te rindas pensando que no lograrás ese puesto de trabajo, esa
buena calificación, no te hagas más daño, eres tan inteligente como cualquier
otro ser humano.
Y si la tristeza por los recuerdos te atormenta por
las noches, cierra los ojos y recuerda esos días de alegría en los que Dios
era tu compañía, cierra tus ojos y recuerda cómo solía ser Él el centro de tu
vida, que quizás ahora no lo es. Si te das cuenta de ese cambio,
reacciona y ejercita tu andar con Él, abre esa Biblia que ruge por decirte las
verdades, entona un canto al cielo y deja ya de mirar a todos con despecho; si
sufres por dentro, puede que a los demás no les importe pero a Dios sí le importa, y tú
no estás solo/a, tu respaldo viene del cielo, por lo tanto tienes un ejército.
Llega el
fin de semana y quizá te enfrentes a tus más temerosos miedos, quizá
sientas la soledad merodear tu vida pero medita; sí, tan solo medita, piensa en
Dios cómo está sonriendo feliz, sabiendo que tú no te rindes. Solo medita y
recuerda cuáles son tus verdaderos sueños. Pregúntate una y otra vez ¿qué es lo
que quiero? Y luego pregúntate una vez más ¿qué es lo que verdaderamente
quiero?
“No te desvíes a la
derecha ni a la izquierda; aparta tu pie del mal”
Proverbios 4:27
No hay comentarios:
Publicar un comentario