miércoles, 30 de mayo de 2018

La historia de Job

El tema trata acerca de los desastres que nos ocurren en la vida y que por supuesto, no los esperamos. Tammy describió cómo lo vivieron ellos como familia, un matrimonio con dos hijos pequeños. Después de la tormenta todo era desolación, y era necesario ponerse manos a la obra y comenzar a recuperar lo perdido.
Tammy dijo que ellos no habían perdido tanto como sus vecinos, por lo cual crearon un plan para ayudar a las demás personas y ver cómo reconstruir la comunidad. Algo importante era recuperar el agua, conseguir agua limpia para beber, y alimentos. También volver a restaurar los servicios sanitarios en los hogares, y todo eso llevó bastante tiempo. También algunas familias habían perdido algunos seres queridos.
La casa de Tammy llegó a ser como un centro de consultas para todos, pues ellos habían conseguido un teléfono, y las personas se acercaban allí para buscar ayuda o llamar a  los familiares. Desde su casa repartían comida, agua y otros enseres, necesarios para sobrevivir a ese tiempo en que todo se había mojado y estropeado con el huracán.
Nuestra amiga dijo que aprendió mucho a través de esta tragedia. Dijo que supo que Dios está en control de todo… y por su fortaleza fue que el grupo se mantuvo unido y más fortalecido. ¡Aprendió cuán grande es nuestro Dios!
Pero no todas las personas sobreviven a los desastres. Las personas se preguntan: ¿nos cuida Dios? ¿Por qué no frena el mal o no hace que esto termine?
Hay una antigua e interesante historia en la Biblia, la Palabra de Dios, que nos muestra cómo pensaba un hombre acerca del sufrimiento: 
“Hubo un hombre llamado Job. Era muy bueno, recto y apartado del mal. Amable con sus sirvientes, y tenía una familia extensa. Era el hombre más rico de la región y tenía muchos animales. Todo parecía irle bien a Job.
Pero como Job tenía fe en Dios y era un hombre recto, llamó la atención de Satanás. Satanás o el Diablo es un espíritu malo y poderoso, y es enemigo de Dios y de los seres humanos. Satanás se presentó ante Dios para acusar a los seguidores del Señor. Dios le dijo: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? (Job 1:8)
Satanás dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él  y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto sus bienes han aumentado sobre la tierra. Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. Dios entonces dijo: Haz lo que quieras con sus posesiones pero no dañes su cuerpo. Pruébalo y verás si permanece fiel a mi. Y Satanás actuó contra Job. Un número de desastres cayeron sobre todas sus posesiones y sus hijos. Pero Job a pesar del dolor y en shock, aún confió en Dios. La Biblia dice: En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.” (Job 1: 9-12 y 22)
Otra vez se presentó Satanás y Dios le dijo: “¿No has considerado a mi siervo Job… que permanece fiel?”
Sí, dijo Satanás…”pero lo más importante para un hombre es su salud. Quítasela y verás si no te maldice.”
Así que Dios permitió a Satanás quitarle la salud a Job, pero le pidió que respetara su vida. (2:6) A Job le salió una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza. Físicamente Job estaba sufriendo, como si se sentara sobre cenizas, y tomó un tiesto para rascarse. Sus tres mejores amigos y su esposa pensaron que había pecado contra Dios y le urgían a que confesara sus pecados. Ni tenían ni sabían cómo ayudarlo y tampoco le dieron palabras de consuelo. Las personas que acostumbraban tratarlo lo evitaban y lo acusaban de haber hecho cosas impropias.
¿Puedes imaginar el sufrimiento por el que estaba atravesando este hombre?
Job no sabía de la batalla que se estaba librando entre Dios y Satanás en el mundo invisible. Satanás odiaba a Dios. Quería que Job lo maldijera, pero Job tenía una gran fe y sabía cómo era Dios. Su sufrimiento lo acercó más a Dios. Él dijo: “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo. Y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a mi Dios; al cual veré por mí mismo y mis ojos lo verán y no otro. Aunque mi corazón desfallece dentro de mi.”
Pensemos por un momento… Job estaba seguro de su inocencia ante Dios, y comparado con otros era una muy buena persona. Tendría que haber sido muy difícil para él escuchar a sus amigos discutiendo por qué razón estaría sufriendo tanto. Y Job se sintió confundido, porque siempre creyó que Dios permite que le sucedan cosas buenas a la gente buena. Aunque se sentía confundido tenía clara su mente y dijo: ”Mas Él conoce mi camino, me probará y saldré como oro. Mis pies han seguido sus pisadas; guardé Su camino y no me aparté. (23:10-11). Job creía que llegaría a ser una mejor persona, refinada como el oro, una vez hubiera pasado el sufrimiento.
Tenía una fe maravillosa en el amor y la justicia de Dios. Confiaba en que aunque las cosas no parecieran muy bien en esta vida, algún día la justicia de Dios se mostraría.
Dios mostró a Job Su grandeza a través de cosas que él pudiera ver, como las estrellas, las tormentas y las criaturas del mundo natural. Job comprendió cuán poderoso y sabio es Dios, y así aprendió a confiar en Él en esas cosas que no podía ver ni entender (Capítulo 42). Eso era suficiente para él y estaba contento.
Al fin, Dios restauró la salud de Job y lo prosperó dándole una familia otra vez. Fue mejor que antes que comenzaron sus pruebas. Elevó una alabanza y adoración a Dios porque lo conoció de una manera más profunda. Dios es grande, infinito y eterno, cada día podemos aprender algo más acerca de Su grandeza. Cuando las tragedias y desastres nos golpean, por lo general no podemos comprender lo que está sucediendo. Pero si confiamos en Dios, Él nos ayudará y nos dará la fuerza para pasar a través de las pruebas. El Salmo 56:8 dice que Dios junta nuestras lágrimas en su redoma, las anota en su libro. Nada de lo que nos sucede escapa del cuidado amoroso de Dios, nuestro Padre Celestial. Sigue confiando en el Señor. Él te cuida cada día.

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