jueves, 9 de marzo de 2017

La Cena del Señor: una celebración que honra a Dios

Los cristianos hemos recibido la instrucción de celebrar la Conmemoración de la muerte de Cristo, la cual se llama también “la cena del Señor” (1 Corintios 11:20). ¿Por qué es tan importante este acto? ¿Cuándo y cómo debe realizarse?
Resultado de imagen de La Cena del Señor: una celebración que honra a DiosJesucristo estableció esta celebración la noche de la Pascua judía del año 33 de nuestra era. La Pascua era una fiesta que tenía lugar solo una vez al año, el día 14 de nisán (mes del calendario judío). Por lo visto, los judíos calculaban la fecha a partir del equinoccio de primavera, es decir, del día en que hay aproximadamente doce horas de luz y doce de oscuridad. El mes de nisán comenzaba cuando podía verse por primera vez la luna nueva más cercana al equinoccio de primavera. El día de la Pascua empezaba catorce días después, tras la puesta del Sol.
Aquella noche, Jesús celebró la Pascua con sus apóstoles, despidió a Judas Iscariote y luego estableció la Cena del Señor. Esta comida sustituyó a la Pascua judía y, por esa razón, se celebra ALLÍ en Judea, una vez al año. Fuera de Israel, los cristianos la celebran cuando creen conveniente.
El Evangelio de Mateo explica lo que pasó: “Jesús tomó el pan y,  después de decir una bendición, lo partió y, dándolo a los discípulos, dijo: ‘Tomen, coman. Esto significa mi cuerpo’. También, tomó una copa y, habiendo dado gracias, la dio a ellos, diciendo: Beban de ella todos ustedes; porque esto significa mi “sangre del pacto”, que ha de ser derramada a favor de muchos para perdón de pecados’” (Mateo 26:26-28).
Hay quienes creen que Jesús convirtió realmente el pan en su carne, y el vino en su sangre. Sin embargo, el cuerpo de Jesús seguía entero cuando Él ofreció el pan. ¿Puede decirse entonces que comieron de verdad los apóstoles la carne de Jesús y bebieron su sangre? No, pues eso habría sido un acto de canibalismo y una violación de la ley de Dios (Génesis 9:3, 4; Levítico 17:10), aunque la Iglesia Católica lo propugna mediante la "transustanciación", dicen erróneamente. Según Lucas 22:20, Jesús dijo: “Esta copa significa el nuevo pacto en virtud de mi sangre, que ha de ser derramada a favor de ustedes”. 
Por lo tanto, el pan y el vino son solo símbolos. El pan representa el cuerpo perfecto de Cristo. Jesús usó un pan que sobró de la cena de la Pascua, hecho sin levadura o fermento de ningún tipo (Éxodo 12:8). A menudo, la Biblia emplea la levadura como símbolo del pecado o la corrupción. Así pues, el pan representa el cuerpo perfecto que Jesús sacrificó, un cuerpo libre de pecado (Mateo 16:11, 12; 1 Corintios 5:6, 7; 1 Pedro 2:22; 1 Juan 2:1, 2).
El vino tinto representa la sangre de Jesús, la cual da validez al nuevo pacto. Jesús indicó que derramaría su sangre “para perdón de pecados”. Gracias a ella, algunos seres humanos (tenemos esa posibilidad) son considerados puros a los ojos de Jehová y entran en el nuevo pacto con Él (Hebreos 9:14; 10:16, 17). Este pacto, o contrato, hace posible que allí sean reyes y sacerdotes para beneficio de toda la humanidad (Génesis 22:18; Jeremías 31:31-33; 1 Pedro 2:9).
¿Quiénes tienen derecho a comer el pan y beber el vino que se usan como emblemas en la Conmemoración? De acuerdo con lo que hemos visto, solo deben hacerlo quienes forman parte del nuevo pacto, es decir, quienes tienen la fe de ir al cielo. El Espíritu Santo de Dios les da la convicción de que han sido elegidos para ser reyes en el cielo (Romanos 8:16). Estas personas forman parte del pacto para el Reino con Jesús (Lucas 22:29).
Ahora bien, ¿qué hacen quienes esperan vivir eternamente en una Tierra convertida en un paraíso? Tal como Jesús mandó, asisten a la Cena del Señor y muestran su respeto al estar presentes, aunque no participaron inicialmente de los emblemas. Esta celebración es importantísima para todos los cristianos. Es una ocasión que les permite meditar sobre el inmenso amor de Jehová Dios y Jesucristo (Juan 3:16).

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