martes, 7 de marzo de 2017

Como el águila

Allá en lo alto, sobre la cima de una hermosa montaña, el águila contemplaba las llanuras y disfrutaba de ese don que le fue dado, de conquistar las alturas. Se sentía sola pero única.
Para ella era inconcebible que otro animal sin alas pudiera llegar hasta allí. No solo por lo que tendría que caminar, sino por las laderas pedregosas en planos verticales que constantemente aparecerían en su camino.
Resultado de imagen de Como el águila y la serpienteDe pronto, se siente un ruido y el águila tiene que mirar hacia abajo. Una enorme serpiente, que se acercaba, presumía de hacerle compañía.
-¿Cómo has llegado hasta aquí, maldita?, preguntó el águila preocupada y airada. 
–Ya lo ves, arrastrándome, respondió la serpiente, aparentando una felicidad que no era más que envidia que brotaba de su interior.
Pronto vino una tormenta de nieve y la cima de la montaña comenzó a convertirse en un casco de hielo. Tranquilamente, el águila levantó el vuelo en busca de tierras más cálidas; pero la serpiente no pudo. Antes de poder huir se vio envuelta en la nieve, congelándose hasta morir.
Dios no quiere que nos arrastremos como la serpiente. Sí que seamos humildes; pero no que nos rebajemos hasta arrastrarnos para conseguir algo, y mucho menos para aparentar lo que no somos.
Por eso a todos nos dio dones: Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo.” Efesios 4:7.
Y cada uno debe ser capaz de desarrollar los dones que Dios nos ha dado, a fin de explotarlos en toda su capacidad.
Nadie debe confundir su don por querer ser como el otro; mucho menos por envidia o celos. Si queremos llegar a la meta, hagámoslo íntegramente.
Y si nos falta la fuerza o sabiduría, pidámosela a Dios, que Él tiene en abundancia para darles a los que conforme a su voluntad le pidamos.
Llegar a la meta con dignidad es llegar con Dios. Por el contrario, llegar indignamente es llegar en contra de Dios. El primero siempre contará con recursos como el águila. El segundo terminará congelado, como la serpiente.

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