lunes, 2 de enero de 2017

El arte de vivir

Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. (Colosenses 3:17).
Resultado de imagen de El arte de vivir
¡Qué fácil es acostumbrarse a lo bueno! Hasta tal punto nos habituamos a una buena casa, un buen automóvil, un buen trabajo o una familia sana que los damos por supuestos. En otras palabras, perdemos la perspectiva de que, en realidad, nada es nuestro, y dejamos de ser agradecidos con Dios. Esta es nuestra tendencia natural, pero ha de ser revertida en Cristo. En Cristo aprendemos a dar gracias a Dios siempre por todo, porque todo lo hemos recibido de Él como un préstamo temporal inmerecido que hemos de gestionar para su gloria.
Solemos dar gracias a Dios por aquellas cosas verdaderamente sorprendentes, por las cosas que nos “quitan la respiración”, pero ¿y por la respiración misma, que no nos la ha quitado sino que nos la ha seguido manteniendo a cada instante? No creas que eso es algo fútil; para que te hagas una idea, una persona respira aproximadamente 23.000 veces al día (por 364 días que hemos vivido ya de este año pasado, estamos hablando de que Dios nos ha concedido 8.372.000 milagros solo en 2016). Vamos a ver: ¿cuándo fue la última vez que le diste gracias por el complejo y maravilloso proceso de tu respiración?
El teólogo alemán Helmut Thielicke reflexionó muy acertadamente sobre esto del agradecimiento. Durante una etapa de su vida se decía a sí mismo, cada vez que se sentaba a escribir: “Todo lo que tienes es fruto de tu esfuerzo y de tus capacidades, es tuyo porque te lo has ganado”. Pero cuando las bombas comenzaron a caer sobre su país, Alemania, en la Segunda Guerra Mundial, y vio todas las casas a su alrededor completamente destruidas, concluyó: “Ya no me resulta tan evidente que lo que tengo me pertenezca; en cualquier momento puede serme arrebatado, solo se me ha concedido como un préstamo”.* Y comenzó a dar gracias a Dios cada día por cada tesoro, pequeño o grande, que le era confiado.

Las Escrituras nos instan: “Den siempre gracias a Dios el Padre por todas las cosas” (Efesios 5:20); “den gracias a Dios por todo, porque esto es lo que él quiere de ustedes como creyentes” (1 Tesalonicenses 5:18). Este es el arte de la vida cristiana.
Dar gracias a Dios por lo que se tiene, ahí comienza el arte de vivir. Doménico Cieri Estrada

No hay comentarios:

Publicar un comentario