… Mirándolo Jesús, dijo:
—Tú eres Simón hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas —es decir, Pedro. Juan 1:42
Mark Labberton escribió sobre el poder de
un nombre. Dijo: «Todavía siento el impacto que me produjo un amigo experto en
música, cuando me llamó “músico”. Nadie me había llamado así. Yo no tocaba
ningún instrumento ni tampoco era solista, sin embargo, al instante me
sentí cómodo, conocido y amado. Notó, confirmó y valoró algo profundamente cierto
acerca de mí».
Quizá Simón se sintió así cuando Jesús le cambió el nombre. Cuando Andrés se
convenció de que Jesús era el Mesías, buscó a su hermano Simón y se lo presentó
(Juan 1:41-42). El Señor examinó su corazón, y confirmó y valoró algo sumamente
cierto sobre él: percibió la naturaleza impetuosa y la derrota que lo sumiría en
problemas, pero más allá de eso, vio su potencial para convertirse en líder de
la iglesia. Entonces, lo llamó Cefas (en arameo, Pedro): una piedra (Juan 1:42;
Mateo 16:18).Y así sucede con nosotros. Dios ve nuestro orgullo, enojo y falta de amor hacia los demás, pero también sabe quiénes somos en Cristo. Nos llama justificados y reconciliados (Romanos 5:9-10); perdonados, santos y amados (Colosenses 2:13; 3:12); escogidos y fieles (Apocalipsis 17:14). Recuerda cómo te ve Dios y permite que eso defina quién eres. Señor, ayúdame a ver a los demás con tus ojos. Nadie puede robarte tu identidad en Cristo. |
Nuestro objetivo como Iglesia es llevar a la gente a la fe en Jesús e integrarla en la familia de Dios. Y que nuestro carácter se parezca al de Cristo, glorificando a Dios y sirviendo en toda buena obra.
martes, 24 de octubre de 2017
Un nombre nuevo
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