Se ha dicho que los ángeles están en todos lados. Son descritos como seres que vienen a ayudarnos, enseñarnos y protegernos en tiempos de peligro. Pueden ser del género masculino o femenino, jóvenes o viejos. Puede que nos hayamos topado con un ángel en nuestra vida.
Para alguna gente que no conocía a Harry, él era solo un ciudadano más de la tercera edad. Para mí, él era un mentor, un consejero, un buen oidor, pero sobre todo, mi amigo. Harry siempre tenía tiempo para mí cuando lo llamaba por teléfono con algún problema de fontanería. Siempre solía decir: “¿Cómo estás muchacho?”
Siempre sería un muchacho para Harry, quien era lo suficientemente viejo para ser mi padre, pero yo lo veía más como el abuelo que nunca conocí. Era bondadoso, paciente y un buen oidor. Conversábamos a menudo de los buenos tiempos de antaño cuando él era un muchacho y cómo había visto las cosas cambiar.
A menudo hablaba de su abuela y su puesto de periódicos, además de los tiempos en que solía nadar en el Río Oriental, los lugares en los que había trabajado y cosas por el estilo.
Me traspasó mucho de su conocimiento sobre fontanería en nuestras frecuentes charlas, y me inspiraba a confiar en las cosas que había aprendido de él y en el empleo. Aún recuerdo cuando un cliente vino a la tienda en busca de ayuda. Comencé a alejarme sintiéndome inseguro de mí mismo, y Harry dijo: “Adelante, muchacho, tú puedes hacerlo, tienes que dejar el nido alguna vez y ahora es el momento”. Tenía razón.
Harry fue un hombre humilde. Solía quejarme cuando me pedían barrer el piso de la tienda, y Harry un día me dijo: “Muchacho, es parte del trabajo y, además, te están pagando”. Él cogía la escoba sin problemas y comenzaba a tararear.
Siempre me sorprendía cómo este gentil hombre podía transformar una tarea desagradable en una oportunidad de aprendizaje para mí.
Harry también me ayudó a moldear uno de mis defectos de carácter: el falso orgullo. Harry tenía bastante orgullo; ninguna tarea le parecía insignificante. Siempre quise ser como él. Nunca permitía que las cosas pequeñas le molestasen. Me decía: “La vida es demasiado corta para eso”.
Voy a extrañar su preocupación y maneras amables, y siempre añoraré los momentos que pasamos juntos. Estoy agradecido por las buenas cosas de Harry que se me pegaron, y a veces intento pasarle estos dones a otros. Dios debió saber que yo necesitaba un ángel para guiarme y escogió a Harry.
Nunca menosprecies el amigo que Dios pone a tu lado; podría parecer un ángel, pero es un amigo, un regalo de Dios para aprender.
En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia. Proverbios 17:17.
El ungüento y el perfume alegran el corazón, y el cordial consejo del amigo, al hombre. Proverbios 27:9.
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