lunes, 9 de octubre de 2017

Fe renovada

Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió (Hebreos 10:23).
Cuando nuestro hijo luchaba contra su adicción a la heroína, si me hubieran dicho que Dios usaría nuestra experiencia para alentar a otras familias con este tipo de lucha, me habría resultado difícil creerlo. Pero Dios tiene la forma de sacar cosas buenas de circunstancias difíciles, que no siempre es fácil de ver en el momento.
El apóstol Tomás tampoco esperaba que Dios sacara algo bueno del mayor desafío de su fe: la resurrección de Jesús. Él no estaba con los otros discípulos cuando Jesús apareció después de resucitar, y en su profunda angustia, insistió: —Si no veo en sus manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré. (Juan 20:25). Pero después, cuando Jesús se les apareció a todos, del polvo de las dudas de Tomás el Espíritu de Dios le inspiró una sorprendente declaración de fe. Cuando Tomás exclamó: «¡Señor mío, y Dios mío!» (verso 28), captó la verdad de que Jesús era Dios en carne y estaba parado delante de él. Su valiente confesión de fe serviría de estímulo e inspiración para los creyentes de todas las generaciones.

Nuestro Dios puede inspirar una fe renovada en nuestros corazones, cuando menos lo esperamos. Podemos depender siempre de su fidelidad. ¡Nada es difícil para Él!
Señor, gracias porque tu amor supera nuestras dudas.
Dios puede transformar nuestras dudas en firmes declaraciones de fe.

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