…
siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto
es, Cristo (Efesios 4.15).
El primer día
en preescolar, a la pequeña Charlotte le pidieron que dibujara un autorretrato.
Su obra de arte era un redondel para el cuerpo, una cabeza ovalada y dos
ojos redondos. El último día de escuela, le pidieron que hiciera lo mismo. Esta
vez, mostraba a una niñita con un vestido de colores, un rostro sonriente con sus
distintos rasgos y unos hermosos bucles rojos. Era una tarea
sencilla que demostraba cómo actúa el tiempo en la madurez.
Aunque aceptamos que se requiere tiempo para que los niños maduren, podemos
impacientarnos con nosotros mismos o con otros creyentes al ser lentos para
crecer espiritualmente. Nos alegramos cuando vemos el «fruto del Espíritu»
(Gálatas 5:22-23), pero nos descorazonamos al tomar una decisión pecaminosa. El
escritor de Hebreos habló de esto: «Debiendo ser ya maestros después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales, que tenéis necesidad de leche y no de alimento sólido» (Hebreos 5:12).Oremos unos por otros para crecer en Cristo, y ayudemos con paciencia a quienes aman a Dios pero parece costarles crecer espiritualmente. «Siguiendo la verdad en amor», animémonos mutuamente para que «crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo» (Efesios 4:15).
Señor, ayúdanos a animarnos unos a otros.
La
verdad dicha con amor puede guiarnos a madurar en Cristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario