jueves, 12 de octubre de 2017

Momentos

Hay momentos dulces, hay momentos tiernos, hay momentos grandes, momentos pequeños, momentos altos, anchos, inolvidables, memorables, lindos, especiales, felices, inquebrantables, tristes, hay momentos inalterables, hay momentos insuperables y hay momentos inexplicables… como ahora.
Toda nuestra vida se compone de momentos; algunos llegan a ser la expresión absoluta de la felicidad, pero siempre está el lado contrario, la expresión absoluta de la tristeza.
Resultado de imagen de MomentosPasamos de momentos a momentos, tratando de vivir una vida agradable para Dios. Un día estamos seguros de lo que tenemos y al otro día, en solo un momento, todo cambia de la manera más abrupta, sin pedirnos permiso, sin carta de invitación, sin previo aviso; solo cambia, y cambia todo lo que creíamos seguro, en un solo momento.
Hay momentos en los que no entendemos el porqué de que sean tan difíciles de explicar, momentos en los que la vida da un giro de 180° y quedamos de espaldas a la realidad. Momentos incomprensibles.
Dios tiene definitivamente un propósito, eso es seguro, pero todos en algún momento nos hemos preguntado: ¿Por qué está pasando esto? Y hemos dicho “Dios, por favor, ayúdame, porque no entiendo nada de lo que está pasando en este momento”, momentos inciertos, momentos sin luz.
Muchos, por no decir todos, sentimos impotencia en algo, en alguna área, al no poder comprender qué es lo que pasa, cuál es el propósito, qué es lo que Dios quiere. Momentos pensantes, momentos de solo creer....
Es completamente cierto que Dios es el dueño absoluto de nuestras vidas, pero no todo lo que nos pasa en ciertos momentos es porque Dios tenga algo que ver. Algunos de nuestros momentos son provocados por nosotros mismos, por nuestras actitudes, por nuestra incredulidad, por nuestra desobediencia, por nuestra falta de fe; por eso siempre hay que preguntarnos si estos momentos no son culpa nuestra y examinar cuándo hemos hecho algo para que esto ocurra. Momentos premeditados, momentos inminentes.
Otros momentos vienen de improviso, llegan por sorpresa y cambian todos nuestros planes; momentos que no pensamos volverían, momentos que no esperamos en la melancolía, momentos que negábamos, momentos que estaban borrados; pero que cuando menos lo pensamos aparecen, momentos insolentes.
Para todos los que están pasando por momentos de tristeza, porque para la felicidad no hay cura, Dios es fiel, amigo, Señor, Omnipotente, Omnipresente, Omnisciente, y Él nunca nos ha dejado solos, ni lo hará mientras tengas claro que Él es el Señor de tu vida.
Jesús también pasó por momentos de suprema felicidad y de absoluta tristeza; tanto que llegó un momento en el que lloró lágrimas de sangre. Por eso Jesús comprende exactamente nuestras lágrimas y nuestro dolor en esos, aquellos, o estos momentos. Si sientes que ya no puedes más, ve y póstrate ante Jesús; seguro que Él sabrá entender perfectamente lo que te pasa en este momento. Momentos amorosos, momentos de soledad.

Indiferentemente de quiénes seamos, dónde estemos, dónde leamos esto; todos, absolutamente todos, estamos pasando por momentos; pueden ser felices, tristes, amargos, acompañados, solos, grandes, diminutos, lejanos, cercanos, pero son momentos. ¿Cómo estás en este momento? Mientras lloras, siente el abrazo poderoso de Dios que siempre ha estado y estará en todos tus momentos. A pesar de que creas que se ha ido y te ha dejado solo, a pesar de que no veas que esté actuando, Jesús siempre estará en todos estos momentos, en todos y en cada uno de ellos. Momentos callados, momentos silenciosos.
Si en este momento sientes que ya no puedes más, ¡Detente por un instante!, arrodíllate y habla con Jesús, llora a su lado, llora en sus piernas, desahógate, dedica un momento para contarle por qué en este momento te sientes así, qué está pasando, qué quieres, qué no entiendes… y comienza a sentir cómo en este momento todo se va dispersando, cómo el sol comienza a salir, las nubes se alejan, la lluvia cesa, los pajaritos cantan; Dios ha pintado un nuevo día para ti. En este preciso momento, abre tus ojos y mira el firmamento, el cielo totalmente despejado, todo se ve con claridad… Jesús te dice: “Hijo mío, al igual que tú, yo también pasé por momentos de angustia, yo también caminé sintiendo que no podía más. Sé exactamente lo que estás pasando, sé exactamente lo que estás viviendo, sé que ya no puedes más… pero ¡mírame a mí! Aquí estoy yo para ti, para comprenderte, para ayudarte, para alentarte a seguir adelante, para sostenerte, para amarte, para decirte que en todos y en cada momento, en los fáciles y en los difíciles, ahora, mucho más ahora, estoy a tu lado. Sé que me necesitas y nunca te dejaré, nunca te abandonaré. Confía en que yo estoy y estaré en todos tus momentos. Te amo”.
A pesar de que no entendamos este momento, sigamos caminando, sigamos adelante, porque un día veremos a Dios y podremos correr hasta Él y decirle, gritarle… “¡Gracias Dios por haber estado en todos esos momentos…!” y lloraremos abrazándolo para siempre.
“Gracias Dios por esos, aquellos y estos momentos. Aunque no comprendamos lo que pasa ahora, aunque no entendamos muchas cosas, sabemos que Tú estás a nuestro lado. Guíanos, tómanos de tu mano y no nos sueltes nunca, ayúdanos a ver más allá, y a entender cuál es el propósito con todo esto, pues aunque ahora no lo veamos, creemos. Gracias por todo. Gracias por ser nuestro Dios. Regálanos tu bendición absoluta en este momento!”
Mientras Dios esté con nosotros a cada momento, seguiremos adelante.
“…En cuanto a mí, te cantaré por la mañana; anunciaré a voz en cuello tu amor y tu poder. Pues tú has sido mi protección, mi refugio en MOMENTOS de angustia” 
Salmo 59:16
Hay momentos dulces, hay momentos tiernos, hay momentos grandes, momentos pequeños, momentos altos, anchos, inolvidables, memorables, lindos, especiales, felices, inquebrantables, tristes, hay momentos inalterables, hay momentos insuperables y hay momentos inexplicables… como ahora.

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