Me dijo entonces:
—Profetiza sobre estos huesos, y diles: “¡Huesos secos, oíd palabra de Jehová! Ezequiel 37: 4.
¿Te gustan los macarrones? ¡A mí me encantan! Vamos a probarlos.
-¡Ay, ay, esto no tiene buen sabor!
-¿Que les falta?
-Bueno, estos macarrones no están bien cocinados. Necesitamos cocerlos en agua caliente, después colarlos y prepararlos con alguna salsa. Si los preparamos bien, estos macarrones secos volverán a la vida y tendrán un sabor delicioso.
Dios enseñó al profeta Ezequiel un valle lleno de huesos secos. Estaban esparcidos por todo el lugar y no tenían vida. Dios preguntó a Ezequiel: «¿Pueden vivir estos huesos?».
—Oh señor —dijo—, solo Tú sabes la respuesta a esa pregunta.
Entonces Dios habló a Ezequiel: «Diles a esos huesos secos que volverán a vivir». Ezequiel dio el mensaje a los huesos. Mientras hablaba, vio que los huesos se unieron y formaron esqueletos completos. Se llenaron de carne y finalmente de piel. Luego sopló un viento y les dio aliento.
—Oh señor —dijo—, solo Tú sabes la respuesta a esa pregunta.
Entonces Dios habló a Ezequiel: «Diles a esos huesos secos que volverán a vivir». Ezequiel dio el mensaje a los huesos. Mientras hablaba, vio que los huesos se unieron y formaron esqueletos completos. Se llenaron de carne y finalmente de piel. Luego sopló un viento y les dio aliento.
Los cuerpos comenzaron a moverse. ¡Eran personas vivas nuevamente!
Muchas veces creemos que todo está perdido y que no hay solución para los problemas. Pero así como Dios dio vida a esos huesos secos, también puede mejorar las cosas negativas de nuestra vida. Así sucederá, cuando confiemos en Él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario