domingo, 11 de junio de 2017

Anillos y gracia

porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados ni de sus maldades.» Hebreos 8:12
Cuando me miro las manos, recuerdo que perdí mis anillos de compromiso y de boda. Estaba haciendo varias cosas mientras empaquetaba para un viaje, y no tengo ni idea de dónde terminaron.
Me aterraba contarle mi error a mi esposo, porque me preocupaba cómo lo afectaría la noticia. Sin embargo, respondió con más compasión e interés por mí que preocupación por los anillos. No obstante, a veces quiero corresponder, hacer algo para ganarme su favor. Él, por el contrario, no me lo echa en cara.

Muchas veces, al recordar nuestros pecados, sentimos que tenemos que hacer algo para ganarnos el perdón de Dios. Pero el Señor dijo que es por gracia, y no por obras, que somos salvos (Efesios 2:8-9). Al hablar de un nuevo pacto, Dios le prometió a Israel: «Perdonaré sus maldades y nunca más me acordaré de sus pecados» (Jeremías 31:34). Tenemos un Dios que perdona y no recuerda más el mal que hicimos.
Quizá nos entristezca nuestro pasado, pero tenemos que confiar en su promesa y creer que su gracia y su perdón son reales a través de la fe en Jesucristo. Esta noticia debe llevarnos a la gratitud y a la seguridad que trae la fe. Cuando Dios perdona, olvida.
Querido Señor, gracias por tu misericordia y por ofrecer salvación y perdón a través de Cristo. Gracias por este regalo que no depende de nada de lo que yo haga.
La gracia y el perdón son dones inmerecidos.

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