Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 1 Juan 1:9
Y esto erais algunos de vosotros, pero ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro Dios. 1 Corintios 6:11
Y esto erais algunos de vosotros, pero ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro Dios. 1 Corintios 6:11
Una noche estaba solo en mi habitación. Mi alma no estaba en paz. Sentado o acostado, no lograba hallar reposo. Me preguntaba, ¿tenía que creer en el Señor Jesús, o no? Quería decir No, pero eso hacía que interiormente me sintiese incómodo. Había una verdadera lucha en mí. Entonces me arrodillé para orar; al principio no sabía qué decir, pero finalmente muchos pecados vinieron a mi memoria. Nunca había vivido algo semejante hasta ese momento. Me vi a mí mismo como un pecador, y también vi la gracia del Señor. Fui consciente de toda la podredumbre del pecado, y también comprendí que la preciosa sangre de Jesús me purificaba y me hacía más blanco que la nieve. Era como si Él extendiese sus manos para recibirme, diciéndome: ¡Te estaba esperando!
Antes me burlaba de los que creían en Jesús, pero aquella noche lloré y confesé mis pecados, buscando el perdón del Señor. Después de haber orado, comprendí que ya no tenía el peso de mis pecados, y me sentí lleno de gozo y paz. Solo en mi habitación, pude exclamar: Señor Jesús, Tú fuiste realmente misericordioso conmigo».
No hay comentarios:
Publicar un comentario