Lo halló en tierra de desierto, en yermo de horrible soledad; lo rodeó, lo instruyó, lo guardó como a la niña de su ojo. Deuteronomio 32;10
«Dios es como un párpado», dijo mi amiga Ryley, y yo
pestañeé sorprendida. ¿Qué querría decir?
«Cuéntame más», respondí. Juntas, habíamos estado
estudiando imágenes sorprendentes de Dios en la Biblia; cosas como Dios simulando una
madre en trabajo de parto (Isaías 42:14) o un apicultor (7:18), pero esta
metáfora era nueva para mí. Ryley me señaló Deuteronomio 32, donde Moisés alaba
cómo Dios cuida a su pueblo. El versículo 10 dice que el Señor protege a su
pueblo y lo guarda «como a la niña de su ojo».
Según Ryley, la palabra traducida niña significa
literalmente «pupila». ¿Y qué rodea y protege la pupila? ¡El párpado, por
supuesto! Dios es como el párpado, que, instintivamente, protege el ojo frágil.
El párpado guarda el ojo del peligro y, al pestañear, ayuda a quitar el polvo,
además de evitar que se meta sudor. También lubrica el globo ocular y lo
mantiene saludable; y se cierra para permitir el descanso.
Al considerar la imagen de Dios como un párpado, no
pude evitar darle gracias por las muchas metáforas que nos ha dado para
ayudarnos a entender su amor por nosotros. Cuando cerramos los ojos por la noche
y los abrimos por la mañana, podemos pensar en Dios y alabarlo por su tierna
protección y cuidado.
Señor,
gracias por protegernos tal como el párpado guarda el ojo.
Cuando
pestañees, recuerda dar gracias a Dios por su protección.
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