Es, pues,
la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Hebreos 11;1.
Era tarde cuando paramos a pasar la noche en un hostal a las afueras de Múnich. Nuestra cómoda habitación tenía balcón, aunque
una densa niebla no nos permitía ver en la oscuridad. Pero, cuando salió el sol,
la neblina empezó a desaparecer. Entonces, pudimos ver lo que había estado
lúgubremente escondido la noche anterior: una pradera tranquila e idílica de un
verde exuberante, ovejas pastando con campanillas en sus cuellos, y grandes
nubes blancas en el cielo, que parecían más ovejas… ¡ovejas mullidas y
gigantes!
En ocasiones, la vida puede enturbiarse en una densa
niebla; niebla de desesperación, y nuestra situación puede parecer tan oscura que
empezamos a perder la esperanza. Pero, así como el sol levanta la neblina,
nuestra fe en Dios puede disipar la niebla de la duda. Hebreos 11 define la fe
como «la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve» (verso 1).
Luego, el pasaje nos recuerda la fe de Noé, que «fue advertido por Dios acerca
de cosas que aún no se veían», y aun así, obedeció (verso 7). También habla de
Abraham, quien fue donde Dios le indicó, aunque no sabía a dónde iba (verso 8).
Aunque no lo vemos, a veces podemos sentir su
presencia. Dios está siempre presente y nos ayudará a atravesar nuestras noches
más oscuras.
Padre,
gracias por tu promesa de caminar con nosotros toda la vida.
«La fe es el radar que penetra en la neblina y nos guía».
«La fe es el radar que penetra en la neblina y nos guía».
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