lunes, 3 de abril de 2017

Las Cien Monedas De Oro

Había una vez un Sultán que soñó que se le caían todos sus dientes. Preocupado, mandó llamar a uno de sus sabios para que interpretara el sueño, y éste le dijo: 
- El sueño significa que cada uno de tus parientes morirá. El Sultán reprochó severamente al genio por tan desagradable interpretación, y mandó a que le dieran cien latigazos. Ordenó que le trajeran otro sabio, a quién contó el sueño pidiendo que lo interpretara. El sabio, después de oírlo dijo: 
- ¡Oh, Excelso Señor!, una inmensa felicidad ha sido reservada para ti, el sueño significa que tú sobrevivirás a todos tus parientes”. 
El semblante del Sultán se iluminó, y con una gran sonrisa ordenó que se le diera al sabio cien monedas de oro. Al salir, otro sabio dijo: ¿Cómo es posible que te haya dado cien monedas de oro, si le dijiste lo mismo que el otro sabio castigado con cien latigazos? El sabio respondió: Mi amigo, todo depende de la forma como se dicen las cosas.

Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; 2 Timoteo 2:24
La amabilidad debe ser una característica destacable en los hijos e hijas de Dios Creador. Hay que considerar que generalmente el miembro del cuerpo que se utiliza para hablar es la lengua, de la cual dice la Biblia que es “un fuego, un mundo de maldad”; también hay que tener en cuenta que lo que se va a decir se genera en la mente, por lo que, tanto lengua como mente deben estar alineados con la Palabra de Dios Creador, la Biblia. Hay quienes se jactan de ser muy francos y por decir las cosas duramente, “de frente”, dicen. Esto les puede conducir a la irritabilidad, y ésta no es parte de la personalidad que deben tener los creyentes. Estos han nacido de nuevo, y la nueva criatura no viene con malas ideas, sino con aquellas propias de la amabilidad del Señor.

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