lunes, 20 de marzo de 2017

Un corazón con capacidad de ser restaurado

Hace unos días recibí una carta de una hermanita en la fe a la cual le he tomado mucho cariño. Una parte de su carta decía: “alguien con el corazón tremendamente herido, pero que aún conserva su capacidad de restauración”... Y esas palabras se me grabaron tanto en la mente que no quise pasarlas por inadvertidas.
Porque cuando alguien, a pesar del dolor y de las heridas, aún tiene dentro de sí la capacidad o facultad de saber que Dios le sostendrá y le ayudará a sanar cada herida paso a paso,… en verdad tiene un corazón que sabe lo que es el amor en toda su esencia.
Porque el amor verdadero es capaz de perdonar aunque la persona a quien se le otorga el perdón no lo merezca. Porque alguien que ama no pierde la ilusión de seguir luchando, y aferrándose con fuerzas a mantenerse positivo sin importar lo que venga.
Porque es más fácil ante la tristeza, ceder, abandonar, darlo todo por perdido, renunciar, pensar que ya no hay posibilidades. Pero un corazón con la capacidad de restaurarse, sabe que cuando deposita su corazón herido en las manos de Dios, Dios hace algo por él.
Entonces ese corazón no se enoja con el mundo porque sigue creyendo que no se puede generalizar. Que no porque alguien actúe mal, todos los demás van a proceder de la misma forma.
El corazón puede sentirse cansado, fatigado, casi sin latidos, pero cuando tiene fe no deja de latir, sigue esforzándose por continuar, por dar el máximo, por luchar sin renunciar.
Así que, cada día debemos pedirle a Dios en nuestras oraciones, que nos dé un corazón con la capacidad de dejar que Él, con su infinito amor, lo restaure para que no se dañe.
Señor Jesús, vengo delante de tu presencia a pedirte que cada día renueves mi corazón. Que no permitas que las heridas que pueda sufrir lo dañen ni le quiten la capacidad de seguir entregando y dándose a los demás. A veces, ante las cosas que pasan el corazón se quiere endurecer, y yo solo te pido que me hagas fuerte, pero que a la vez me des la sensibilidad suficiente como para seguir conmoviéndome ante cosas que merezcan la pena. Que pueda yo seguir brindando mi ayuda a todo el que lo necesite y saber siempre que Tú te encargas de cuidarme y sostenerme. Sana mi herida para que yo pueda estar bien. En tu nombre, amén.

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