Ella dijo:
—Ninguno, Señor.
Entonces Jesús le dijo:
—Ni yo te condeno; vete y no peques más. (Juan 8:11).
La enseñanza de Jesús sobre los ideales absolutos y la gracia total parece contradictoria.
Jesús nunca rebajó el ideal de la perfección. A sus discípulos les dijo: «Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto» (Mateo 5:48). Y a un experto en la ley, que le preguntó sobre el mandamiento más importante, le explicó: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente». Mateo 22:37 Nadie ha cumplido perfectamente estos mandamientos.
Sin embargo, el mismo Jesús ofrece tiernamente gracia total. Perdonó a una adúltera, a un ladrón en la cruz, a un discípulo que negó conocerlo y a un hombre llamado Saulo que perseguía a los cristianos. La gracia es absoluta y para todos, incluso alcanza a aquellos que clavaron a Jesús en la cruz. «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen», rogó el Señor mientras agonizaba (Lucas 23:34).
Durante años, me sentía tan indigno al considerar los ideales absolutos de Jesús, que no captaba la idea de la gracia. Sin embargo, cuando entendí la dualidad de este mensaje, descubrí que el concepto de la gracia emana a través de la vida y las enseñanzas de Cristo.
La gracia es para todos los que no pueden seguir adelante por sí solos. La gracia es para todos.
Señor, tu gracia me asombra. Quiero hoy disfrutarla.
Jesús cumplió los requisitos perfectos de la ley para que podamos disfrutar de la paz perfecta de su gracia.
La enseñanza de Jesús sobre los ideales absolutos y la gracia total parece contradictoria.
Jesús nunca rebajó el ideal de la perfección. A sus discípulos les dijo: «Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto» (Mateo 5:48). Y a un experto en la ley, que le preguntó sobre el mandamiento más importante, le explicó: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente». Mateo 22:37 Nadie ha cumplido perfectamente estos mandamientos.
Sin embargo, el mismo Jesús ofrece tiernamente gracia total. Perdonó a una adúltera, a un ladrón en la cruz, a un discípulo que negó conocerlo y a un hombre llamado Saulo que perseguía a los cristianos. La gracia es absoluta y para todos, incluso alcanza a aquellos que clavaron a Jesús en la cruz. «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen», rogó el Señor mientras agonizaba (Lucas 23:34).
Durante años, me sentía tan indigno al considerar los ideales absolutos de Jesús, que no captaba la idea de la gracia. Sin embargo, cuando entendí la dualidad de este mensaje, descubrí que el concepto de la gracia emana a través de la vida y las enseñanzas de Cristo.
La gracia es para todos los que no pueden seguir adelante por sí solos. La gracia es para todos.
Señor, tu gracia me asombra. Quiero hoy disfrutarla.
Jesús cumplió los requisitos perfectos de la ley para que podamos disfrutar de la paz perfecta de su gracia.
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