miércoles, 1 de marzo de 2017

Es por tu gracia y tu perdón que podemos ser llamados instrumentos de tu amor

"Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo". (1 Corintios 15:10)


Hace unos días un amigo pastor me llamaba por teléfono y me felicitaba por los ensayos. En broma y muy alegre conmigo, me preguntaba si aún tenía neuronas y corazón para subir a la "red" algo bello que pudiera seguir siendo de bendición a otros.
por su gracia y su perdonHay un salmista actual que ha tenido una carrera comercial del evangelio muy grande; pero a pesar de esto hay que reconocer que tiene canciones con una profundidad teológica excelente.
No han faltado las críticas a Jesús Adrián Romero, pero la verdad es que debe tener una relación personal extraordinaria con Dios para poder componer estas alabanzas. No se trata de juzgarlo sino de disfrutar lo que a nuestro corazón llega y hace impacto.

Un estribillo de esta canción, dice: 
"Y es por tu gracia y tu perdón que podemos ser llamados instrumentos de tu amor". 

Gracia de Dios: Lo gratuito, por la elegancia y la belleza de Dios, como un favor inmerecido y don concedido por Dios para ayudar al hombre a salvarse y hacerlo santo. Y esto sucede solo por el esfuerzo, la iniciativa y el poder de Dios. ¡Nada aporta el hombre!
La gracia es el sentimiento más profundo dentro de nuestro corazón, del que Dios ha estado enamorado desde las edades eternas de nuestras almas. 
Hemos recibido una señal extraterrestre, un destello divino que parte el corazón y el alma en dos. Y desde el más allá nos envían una santa revelación que nos dice:
Jehová se me manifestó hace ya mucho tiempo, diciendo:
“Con amor eterno te he amado;
por eso, te prolongué mi misericordia. Jeremías 31:3
Los que recibimos esta gracia sabemos que este verso de Jeremías es para nosotros. Y estas palabras nos llegan hasta los huesos y penetran en lo más hondo de nuestras almas.
Ya nada, nada puede cambiar los sentimientos de parte de Dios hacia nosotros. Somos personas selladas por y para Dios, desde la eternidad y para la eternidad.
Ya no serán más nuestros esfuerzos religiosos, obras de piedad o cualquier otro tipo de aparente religiosidad, las que nos garantizan el favor y la compasión del Señor por nosotros, sino su Inmerecida gracia.
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. (Efesios 2:8-9)

Es, entonces, por la gracia de Dios que hacemos esto o aquello. No es para acumular méritos y galardones, sino que es un sencillo y humilde gesto de parte nuestra, como correspondencia a ese amor eterno de Dios por nosotros.
Sentimos en lo más profundo del corazón la sincera compasión y fidelidad de Dios por nuestras miserables almas, y estamos seguros de que: “ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:39). 
A los que Dios nos ha revelado esta gracia nos ha insertado un chip divino en nuestras mentes y corazones, que nos garantiza la fidelidad y el compromiso eterno de Dios para salvarnos y rescatarnos del infierno. Este pacto de Dios no falla y jamás se desvanece. 
¡Oh¡ ¡Aleluya! Éste es un aleluya genuino.. porque no es por nuestras miserables obras de bondad en esta tierra, sino porque hemos reconocido que el bueno, el santo, el justo, el fiel y el verdadero es Dios y no somos nosotros.

El romance de Dios con nuestras almas ha sido desde antes de la fundación del mundo. Dios ha tenido un plan eterno para con nosotros ¡Alábale! Y quienes hemos recibido esa gracia de Dios reconocemos que somos tan malos que:
Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.(1 Juan 4:19). 
Desde el primer día que vinimos a esta tierra Dios ha estado trabajando con nosotros y no cesa ni un instante en hacerlo. Su gracia va paulatinamente dando frutos y obras en nosotros, las cuales no se generan por nuestros esfuerzos sino que el Espíritu Santo está obrando en nosotros.
A través de cada situación y de cada detalle de nuestras vidas, Dios ha venido enamorándonos, y ha querido que le amemos sin freno y sin reparos, donde Él sea cada día más el Rey y el Señor de nuestras vidas.

Los que conocemos y disfrutamos la gracia divina no estamos preocupados por nuestras conductas, sino que estamos anonadados e impactados de tanta gracia, de tanta belleza, y del amor y misericordia del Señor para con nosotros.
Mas en tal estado de romance divino de Dios con nosotros y de nosotros con Dios, nuestras almas quieren ofrecer “algo”. 
Tienen un agradecimiento indescriptible de dar a Dios “alguna miseria” a través de nuestras frágiles vidas y expresar en canciones, escritos, sermones, estudios bíblicos, programas especiales, ministerios, etc., algo de ese amor divino tan desbordante que fluye (por la gracia de Dios) en nosotros.

La gracia de Dios no la podemos explicar del todo bien a otros. No podemos repartirla, ni hacer que otros la sientan. Tampoco podemos hacer que la entiendan o la disfruten como nosotros. La gracia de Dios no es un libro de ciencias matemáticas o de astronomía. Es una revelación divina.
La sublime gracia de Dios la reparte Él a quien quiere, cuando Él quiere, y en la medida que Él quiere. "Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo". (Efesios 4:7).
De ahí el hecho, de que todo lo que tenemos es solo por la gracia del Señor Jesucristo. Y puede estar matizado por nuestro pecado; pero a su vez es santificado por la sangre de Cristo que constantemente nos limpia.
Cierto es que el amigo lector que lee y disfruta de estas letras es porque también ha recibido la misma señal del cielo: La bendita e inexplicable gracia de Jesucristo ha flechado su corazón y ha hecho impacto en su vida. 
Y es solo por esa gracia que vamos a danzar un baile eterno con la trinidad. Allí no habrá más llanto, ni dolor, ni pecado mortal. Allí estaremos, en el lugar para el cual nuestras almas fueron diseñadas para morar por una completa Eternidad.

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