jueves, 5 de enero de 2017

Llamados hijos de Dios

«Miren cuánto nos ama Dios el Padre, que se nos puede llamar hijos de Dios, y lo somos.
Por eso, los que son del mundo no nos conocen, pues no han conocido a Dios. Queridos hermanos, ya somos los hijos de Dios. Y aunque no se ve todavía lo que seremos después, sabemos que cuando Jesucristo aparezca seremos como él, porque lo veremos tal como es.
Y todo el que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, de la misma manera que Jesucristo es puro». 1 Juan 3: 1-3, DHH

Resultado de imagen de Llamados hijos de DiosMientras Juan meditaba en el amor de Cristo, se sintió impulsado a exclamar: «Miren cuánto nos ama el Padre, que nos ha concedido ser llamados hijos de Dios» (1 Juan 3:1, RVC).
La gente considera un gran privilegio ver a personajes de la realeza, tanto que, son multitudes las que viajan grandes distancias para contemplar a uno de ellos. !Cuánto mayor es el privilegio de ser hijos e hijas del Altísimo! ¿Qué honor más grande se nos podría conferir que la de permitimos ser parte de la familia real?
A fin de llegar a ser hijos e hijas de Dios, hemos de separarnos del mundo. «Salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor, y seré a vosotros Padre, y vosotros me seréis a mí hijos e hijas» (2 Corintios 6: 17-18, NBLH).
Hay un cielo delante de nosotros, una corona de vida que ganar. Pero solo se dará la recompensa al vencedor. El que logre alcanzar el cielo deberá entrar vestido del manto de justicia. «Y todo el que tiene esta esperanza puesta en él, se purifica, así como él es puro» (1 Juan 3: 3, BA). En el carácter de Cristo no había la menor deformidad, y ésta debe ser nuestra experiencia. Es preciso que nuestra vida esté dominada por los mismos principios que regían la suya.
Por medio de la perfección del sacrificio hecho en favor de la raza culpable, los que creen en Cristo, al acudir a Él, pueden ser librados de la ruina eterna.

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