viernes, 6 de enero de 2017

El Espíritu Santo y la veracidad de las Escrituras

Mientras que la revelación es el acto sobrenatural por medio del cual Dios revela la verdad a seres humanos escogidos, la inspiración es la actividad del Espíritu Santo que salvaguarda la veracidad de lo que escribieron los autores humanos, a fin de que sus palabras tengan la plena aprobación de Dios.
Resultado de imagen de El Espíritu Santo y la veracidad de las EscriturasDios aborrece el falso testimonio (Éxodo 20:16) y no puede mentir (Hebreos 6:18). Es llamado el Dios de verdad (Salmos 31:5; Isaías 65:16). De manera similar, el Espíritu Santo es llamado “el Espíritu de verdad” (Juan 14:17).
¿Qué nos enseña esto acerca de todo lo que Dios nos revela? ¿Qué nos dice Jesús acerca de la Palabra de Dios, de Su Palabra?

La Palabra de Dios es fidedigna y merece plena aceptación. No es nuestra tarea sentarnos a juzgar la Escritura; más bien, la Escritura tiene el derecho y la autoridad de juzgarnos a nosotros. “Ciertamente, la palabra de Dios es viva y poderosa, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12, NVI).
Aunque, por supuesto, la Biblia fue escrita por personas que vivían en momentos, lugares y culturas específicos (no podría haber sido de otro modo), no deberíamos usar completa e íntegramente ese hecho para diluir o descartar el mensaje de la Biblia para nosotros. Una vez que se abre definitivamente esa puerta, la Biblia se vuelve sujeta a los seres humanos y a su determinación de lo que es la verdad.
El resultado es que muchas personas, aunque aseguran creer en la Biblia, rechazan cosas tales como un diluvio universal, un nacimiento virginal, la resurrección corpórea de Jesús, o la segunda venida literal.
Estas son solo unas pocas de las verdades bíblicas que han sido desechadas por personas falibles que se sentaron a juzgar las Escrituras. Ninguno de nosotros debería tomar ese camino jamás.
¿Por qué es tan crucial que sometamos nuestro propio juicio a la Palabra de Dios, y no al revés?

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