viernes, 16 de diciembre de 2016

El dinero

Ninguno puede servir a dos señores, porque odiará al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Mateo 6:24
Hace muchos años, cuando tenía un trabajo que consideraba más una misión que una labor, otra compañía me ofreció un puesto que implicaba un importante aumento de salario. El problema era que yo no había estado buscando otro trabajo, porque amaba lo que hacía.
Pero el dinero…
Llamé a mi padre y le expliqué la situación. Aunque su mente, anteriormente perspicaz, había sido afectada por accidentes cerebro-vasculares y el paso de los años, su respuesta fue escueta y sencilla: «No pienses en el dinero, ¿qué es lo que te gusta hacer?»
Al instante reaccioné. ¡El dinero sería la única razón de dejar el trabajo que amaba! Gracias, papá.
Jesús dedicó gran parte de su Sermón del Monte al dinero. No nos enseñó a orar por la acumulación de riquezas, sino por «el pan nuestro de cada día» (Mateo 6:11). Advirtió contra almacenar tesoros en la tierra, y puso a las aves y las flores como ejemplo del cuidado de Dios por su creación (versos. 19-31). Y agregó: «buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (verso 33).
Hay que pensar en el dinero, pero éste no debe controlar nuestras decisiones. Pensemos que las dificultades y los desafíos son oportunidades para que nuestra fe aumente, ya que nuestro Padre se ocupa de nosotros.

Señor, ayúdame a confiar en tu provisión y cuidado constantes.
Nunca hay que confundir tentación con oportunidad.

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