¡He aquí las tres razones para estar seguro y agradecido ahora y siempre!
1) ¡Tengo la Palabra de Dios!
La alarma suena, pero mis ojos se niegan a abrirse. Es lunes por la mañana y pienso en cómo será esta semana. Se me aprieta un poco el estomago cuando pienso en los días que vienen.
Entonces recuerdo algo que antes muchas veces he recordado y abro los ojos. A un costado está mi Biblia. Mi seguridad para el día y la semana que se aproxima. Mi seguridad para todas las semanas durante el resto de mi vida. Si creo y tengo fe en otra vida según estas palabras, entonces recibo fe y poder en mi interior, poder para vencer todo lo que me hace sentir tunante y me hace infeliz. Cada uno y todos los días. Todo lo que necesito de ayuda y consuelo y todo lo que necesito para ser perfecto, lo encuentro en este libro.
Pienso en Jesús, quien vivió como dicen esas palabras cuando fue un hombre como yo. Hacer la voluntad de Dios era para Él como la comida diaria. Tengo que usar la oportunidad que tengo hoy para seguir tras sus pisadas. Leo algunas líneas en la Biblia y recibo el coraje para empezar el día, con una fuerte convicción acerca de la voluntad de Dios para mí.
2) ¡Tengo un hermano!
La jornada de trabajo termina. Puedo sentir el cansancio, casi tengo que morderme la lengua para que la irritación e impaciencia no salgan de mi boca.
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, dice Jesús. (Mateo 11, 28) ¿Puedo simplemente orar a Dios durante el camino de regreso a casa? Sí, porque Él mismo dice que se compadece de mí y de mis debilidades. Él mismo ha estado en la misma situación cuando vivió aquí en la tierra.
Puedo seguir tras sus pisadas, del que cuando lo maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba. Y Él quiere ser mi hermano y ayudarme cada día, para que nunca ceda ante la maldad.
3) ¡Tengo el cielo en mi interior!
Ya es de noche. Reflexiono en el día que ha pasado. La vida cotidiana es muy ajetreada, tiene muchas cosas que hay que arreglar los días que se aproximan. Sin embargo, no hay por qué preocuparse.
¡Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia! (Mateo 6, 33). Esto es lo más seguro que puedo hacer. El reino de Dios contiene justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. En el cielo hay una enorme cantidad de amor y esperanza para mí y mi futuro. Pienso en lo afortunada que soy, porque tengo esta base eterna e inquebrantable dentro de mí, en medio del estrés diario.
El cielo puede llenar mi corazón e irradiar a través de mí cada día, por lo que ya no hay nada por lo cual temer en el futuro.
1) ¡Tengo la Palabra de Dios!
La alarma suena, pero mis ojos se niegan a abrirse. Es lunes por la mañana y pienso en cómo será esta semana. Se me aprieta un poco el estomago cuando pienso en los días que vienen.
Entonces recuerdo algo que antes muchas veces he recordado y abro los ojos. A un costado está mi Biblia. Mi seguridad para el día y la semana que se aproxima. Mi seguridad para todas las semanas durante el resto de mi vida. Si creo y tengo fe en otra vida según estas palabras, entonces recibo fe y poder en mi interior, poder para vencer todo lo que me hace sentir tunante y me hace infeliz. Cada uno y todos los días. Todo lo que necesito de ayuda y consuelo y todo lo que necesito para ser perfecto, lo encuentro en este libro.
Pienso en Jesús, quien vivió como dicen esas palabras cuando fue un hombre como yo. Hacer la voluntad de Dios era para Él como la comida diaria. Tengo que usar la oportunidad que tengo hoy para seguir tras sus pisadas. Leo algunas líneas en la Biblia y recibo el coraje para empezar el día, con una fuerte convicción acerca de la voluntad de Dios para mí.
2) ¡Tengo un hermano!
La jornada de trabajo termina. Puedo sentir el cansancio, casi tengo que morderme la lengua para que la irritación e impaciencia no salgan de mi boca.
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, dice Jesús. (Mateo 11, 28) ¿Puedo simplemente orar a Dios durante el camino de regreso a casa? Sí, porque Él mismo dice que se compadece de mí y de mis debilidades. Él mismo ha estado en la misma situación cuando vivió aquí en la tierra.
Puedo seguir tras sus pisadas, del que cuando lo maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba. Y Él quiere ser mi hermano y ayudarme cada día, para que nunca ceda ante la maldad.
3) ¡Tengo el cielo en mi interior!
Ya es de noche. Reflexiono en el día que ha pasado. La vida cotidiana es muy ajetreada, tiene muchas cosas que hay que arreglar los días que se aproximan. Sin embargo, no hay por qué preocuparse.
¡Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia! (Mateo 6, 33). Esto es lo más seguro que puedo hacer. El reino de Dios contiene justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. En el cielo hay una enorme cantidad de amor y esperanza para mí y mi futuro. Pienso en lo afortunada que soy, porque tengo esta base eterna e inquebrantable dentro de mí, en medio del estrés diario.
El cielo puede llenar mi corazón e irradiar a través de mí cada día, por lo que ya no hay nada por lo cual temer en el futuro.
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