domingo, 25 de diciembre de 2016

Nuestro mejor amigo es Jesús

Hace muchos años, los maestros de la escuela dominical de mi iglesia enseñaban a los niños un coro que incluía la frase: “Mi mejor amigo es Cristo”. Cuando estos niños se hicieron adultos, naturalmente que dejaron de cantar canciones infantiles como ésa. Pero, lamentablemente, muchas veces también nosotros parecemos haber abandonado la idea de que Jesucristo es nuestro amigo.
Resultado de imagen de Nuestro mejor amigo es Jesús
A medida que los creyentes aprendemos más acerca de Dios, lo exaltamos como el Señor de nuestra vida y lo reconocemos como el Gobernante soberano del mundo. Es más fácil pensar en Él como el Creador excelso y poderoso, Salvador y Señor, que “rebajarlo” a la posición de amigo. Pero Jesús se esforzó por enseñar a sus discípulos que Él era la deidad trascendente, el Hijo de Dios, y además el mejor de los amigos (Juan 15.15).
Su oferta de amistad es extensiva a los discípulos modernos. Al igual que los doce apóstoles, tenemos el privilegio de decir que Cristo dio su vida por nosotros en un acto supremo de amor y entrega (Juan 15.13). Además, su Espíritu revela la verdad de la Palabra de Dios en nuestro corazón, para que podamos conocer más a Dios y sus caminos. En otras palabras, Jesús nos ha dado a conocer las cosas que escuchó de su Padre. Un hombre no cuenta secretos a sus sirvientes, sino a sus amigos (Juan 15.15).
Enseñar a los niños a cantar sobre su amistad con Cristo es una buena idea, pero, ¿cuándo aprenderán algunos creyentes adultos a cantar de nuevo sobre esa relación especial con Él? Que nunca lleguemos a ser tan religiosos, piadosos o maduros de forma que no podamos decir: “Mi mejor amigo es Cristo”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario