martes, 20 de diciembre de 2016

Lo quiero todo

“El coraje no siempre es gritado; a veces el valor es esa voz tranquila al final del día que dice: «Volveré a intentarlo mañana»” (Mary Anne Radmacher. Autora, artista y conferencista internacional).
Resultado de imagen de Lo quiero todo de DiosDesde pequeñín he aprendido a convivir mis días con el miedo. Con una mamá que a menudo, en los momentos de ira, le decía desde lo profundo de su corazón a su pequeño hijito “¡qué castigo tengo yo contigo!” cuando hacía alguna travesura; y a modo de “aliento” a la hora de emprender algo nuevo “¡no vas a poder!”. Con un padre pocas veces presente y esto, por compromiso, un padre que rara vez cumplió una promesa y de quien el hijito vivió de las migajas que caían de su mesa.
Los que saben, aciertan en afirmar que la imagen que tenemos de nuestros padres de niños, influirá en gran manera en la relación que tendremos con Dios el Padre de adultos. Y ésta no es la excepción; con un panorama así, “no voy a poder”, “soy un problema”, “esto no es para mí” y conformarme con “bendiciones pequeñitas" a cuentagotas y de las más chiquitas; con conceptos, con ideas instaladas y arraigadas en lo más profundo del corazón, que signaron una vida de frustración como creyente, de renuncia, sin mayores logros, y sin conocer todo lo que en realidad tengo acreditado en mi cuenta del Banco Celeste para mi tránsito sobre esta tierra. No es una queja ni la triste lamentación de alguien que se compadece de sí mismo. ¡ES UN VERDADERO Y AUTÉNTICO MILAGRO DE VIDA, PARA LA GLORIA DE DIOS!
Hace relativamente poco, aprendí que desnudar el corazón de hipocresías y tapujos, sirve, en las amorosas manos del Salvador, de edificación a otros. Dios puede hacer de un corazón roto, algo nuevo, algo bueno, algo que sirva de bendición a multitudes. En ese camino me encuentro, quiero ser de bendición a los demás.
En 2 Reyes capítulo 2, versos 9 y 10 encontramos a un osado Eliseo pidiéndole a Elías ¡EL DOBLE DE LA PORCIÓN DEL ESPÍRITU QUE ÉL TENÍA! Realmente, aventurado, atrevido, intrépido. Pero para poder tener la bendición, tenía que permanecer muy atento a lo que ocurriera con Elías. De hecho, sabemos que Eliseo lo consiguió, ya que realizó muchos más milagros que Elías.
“Esfuérzate y sé valiente”, le dice el Señor a Josué (Josué 1:6 y 9), a la hora de asumir la gran empresa de continuar liderando el pueblo elegido a la muerte de Moisés. Porque Dios primero llama, luego capacita y te da con qué hacer. Josué tuvo para esto, casi toda una vida al lado de un formidable líder como Moisés. Eliseo permaneció junto a Elías hasta que el Señor se lo llevó. Pero siempre, no importa la transcendencia ni lo grande o pequeña que parezca la empresa a la que Dios nos llama; siempre, es necesaria una buena cuota de VALENTÍA. Y esta clase de valor, no significa no sentir miedo, como tampoco salir rugiendo desmedidamente como un tigre malo para comerse el mundo a su paso.
LA VALENTÍA PASA POR UNA DECISIÓN. Hacerlo aunque sea con miedo… PERO HACERLO con la certeza de que al final del día, si algo salió mal, esa voz tranquila nos susurra como en los días de Elías, cual silbo apacible y delicado: «Volveré a intentarlo mañana».
HOY LO QUIERO TODO. SEÑOR, RESTÁURAME. SEÑOR, RESTÁURANOS, y enséñanos a administrar tus dádivas de tal manera que traigamos a nuestros días bendición.

“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!

(Romanos 8:15 RV1960)

Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”

(2a. Timoteo 1:7 RV1960)

No hay comentarios:

Publicar un comentario