Y esto erais algunos de vosotros, pero ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro Dios. 1 Corintios 6:11
Aquel joven japonés tenía miedo de salir de su casa.
Para evitar a la gente, dormía de día y pasaba toda la noche viendo la televisión.
Era una especie de ermitaño moderno. El problema empezó cuando dejó de
ir a la escuela por sus malas calificaciones. Cuanto más apartado estaba de la
sociedad, más inadaptado socialmente se sentía. Al final, dejó de comunicarse por
completo con sus amigos y parientes. No obstante, para recuperarse, lo ayudó ir a un club juvenil llamado "Ibasho", un lugar seguro donde personas
quebrantadas comenzaban a reinsertarse en la sociedad.
¿Podríamos pensar en la iglesia como un ibasho… y
como mucho más? Sin duda, pues somos una comunidad de personas quebrantadas. Cuando
Pablo les escribió a los corintios, describió su antiguo estilo de vida como
antisocial, perjudicial y peligroso para ellos mismos y los demás (1 Corintios
6:9-10). Sin embargo, en Jesús, fueron transformados y sanados. Entonces instó
a estas personas rescatadas a amarse mutuamente, a ser pacientes y amables, y a no
tener celos, soberbia ni rudeza (1 Corintios 13:4-7).
La iglesia debe ser un ibasho donde todos,
independientemente de las luchas o las angustias que enfrentemos, conozcamos y
experimentemos el amor de Dios.
Señor,
ayúdame a honrar tu santo nombre y a amar a los demás como Tú me amas.
Solo Dios puede transformar un alma manchada por el pecado en una obra maestra de su gracia.
Solo Dios puede transformar un alma manchada por el pecado en una obra maestra de su gracia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario