¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. Él soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados. “
(Isaías 53:4-5 versión en español de la Biblia de Jerusalén)
Jesucristo hizo la obra completa, la cruz pagó el precio para la paz de toda la tierra; este sacrificio es suficiente, no obstante hay que creerlo. La cruz fue más allá que simplemente limpiar el pecado de todos los que creyeran en Él y de hacerlos justos ante el Padre. La obra de Jesús implica recibir su paz, la paz de Dios. Esta palabra va más allá del concepto de paz, que es la ausencia de conflictos o tranquilidad. En hebreo, que es el idioma en que se escribió el libro del profeta Isaías, esta palabra (Shalom) significa: plenitud, tranquilidad, prosperidad económica, salud y bienestar. Por lo que todo el que acepta a Jesús como Señor y Salvador se hace acreedor de su paz por medio de la fe. La voluntad de Dios es que todos acepten el regalo de Su Hijo, y con él la paz que pagó para ellos.
En la obra de la cruz existe poder suficiente para sanar todas las enfermedades del mundo. Sin importar lo terribles que sean Jesús pagó el precio, y solo hay que creerlo de todo corazón. Lamentablemente, los golpes de la vida pueden hacer que los corazones se endurezcan para creer posible lo que Jesús ya hizo. Pero en el momento en que alguien está dispuesto a creer que Jesús pagó el precio de la paz de Dios, ésta es manifestada.
La obra de la cruz también fue el pago para hacer justos ante Dios a todo el que crea en Jesús, no con valores propios sino con los de Jesús. Solo hace falta creer que Jesús es el Hijo de Dios, que pagó por nuestros pecados y que está vivo, para recibir Su salvación y entrar al cielo. No son necesarias penitencias, ni sacrificios ni cualquier tipo de obra. Jesús ya hizo todo, solo hay que creerlo.
“Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” Romanos 10:9.
Hace más de 2000 años en Jerusalén, fue levantada una cruz para abolir la esclavitud de todo aquel que estaba bajo el yugo del pecado o la muerte. En esa cruz fue derramada la sangre del Hijo de Dios para hacer añicos al diablo y las obras de las tinieblas.
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