domingo, 13 de noviembre de 2016

Feliz en la adversidad

Miriam  miró la lista de estudiantes y sintió ganas de llorar cuando no encontró su nombre en la relación de aprobados. Raúl resbaló del andamio; mientras caía siete pisos por el aire solo pensó en su familia y en el bebé que estaba por nacer. Britany leyó el informe médico y tuvo deseos de huir: cáncer es una palabra que no debería estar en el diccionario. Fátima inclinó su cabeza, miró hacia fuera por un breve instante y le preguntó al psicólogo si la discapacidad intelectual de su hijo le permitiría aprender como los demás niños.
adversidadAlgo estalla dentro de ti, y tu alma no está lista para escuchar determinadas noticias: un diagnóstico, el aviso de la hipoteca, la mirada del juez en la corte incrustándose en los ojos de tu hijo adolescente, las mentiras de tu esposo, el anuncio del corte de suministro de agua… Grandes o pequeñas, las tragedias cotidianas tienen el mal gusto de romper tu armonía.
Cuando algo quiebra la voz de la armonía, los miedos más ocultos parecen asomarse y gritar desde el fondo: “¡Peligro! ¡Ten cuidado! ¡Estás en un campo minado!” Lo cierto es que una vida armoniosa requiere ser vista en su totalidad: no puedes pretender vivir en una eterna primavera. Sin el invierno dejarías de vivir el encanto del fuego acogedor, o tus manos no correrían a arropar a tus hijos en esos días helados. Al final, la adversidad es una parte esencial de esta vida.
Piensa un rato, después del aldabonazo del desempleo, empezaste ese curso que venías postergando y hoy es tu fuente de ingresos. Después del diagnóstico empezaste a valorar las cosas más importantes de la vida. Por ello, considera los siguientes puntos:
Confía en ti. ¡Ya!, la oposición te asusta, pero ten confianza en ti. Confía en lo que eres capaz de lograr, en los recursos que eres capaz de adquirir, y no te dejes vencer por el desánimo, tienes la capacidad de salir adelante ante los avatares de la vida. A medida que crezca tu confianza, tu estima personal se fortalecerá y sentirás que puedes integrar en tu vida la presencia de los desacuerdos, el impacto de los obstáculos. Tu confianza crecerá al ver que eres capaz de conquistar la armonía atravesando dificultades y discrepancias. La oposición hará que tu confianza crezca porque no es una acérrima enemiga de tu vida, sino una aliada para que la conquistes.

Ve la realidad. Muchas veces, tu temor a que algo altere tu vida armoniosa te lleva a vivir en una suerte de burbuja ilusoria, y aunque no lo admitas, empiezas a negar la realidad creándote una falsa percepción de la misma: encuentras una camisa con rouge (pintalabios) en el cuello y rápidamente enciendes la lavadora; tu hijo trae las notas bajas y lanzas una serie de palabras fuertes hacia la maestra; hace falta dinero en la caja de ahorros y no preguntas de dónde sacó tu hija para irse de compras...
Trata de entender el todo. Deja de creer que felicidad es la ausencia de tristeza, o que salud es la ausencia de enfermedad. La armonía es un rompecabezas en el que encaja la totalidad de las piezas, y ¡ojo!, no confundas la ilusión de que “todo está bien”, con la armonía.
Desde pequeños nos enseñan a buscar el equilibrio en la vida, pero pocas veces se nos prepara para la oposición, el desacuerdo, la diversidad, el conflicto. Sin embargo, todas estas cosas son necesarias, pues es a través del desequilibrio como aprendes, creces como ser humano, como adquieres habilidades y desarrollas recursos. Al final, una vida armoniosa es aquella donde luz y oscuridad, frío y calor, amor y desamor integran la paleta de colores.

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