domingo, 13 de noviembre de 2016

Buenas obras

La luz encuentra en las buenas obras su resplandor más pleno.
Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor? Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee.
Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. 
Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. 
Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo. 
»No piensen que he venido a anular la ley o los profetas; no he venido a anularlos sino a darles cumplimiento. 
Les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, ni una letra ni una tilde de la ley desaparecerán hasta que todo se haya cumplido. 
Todo el que infrinja uno solo de estos mandamientos, por pequeño que sea, y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos; pero el que los practique y enseñe será considerado grande en el reino de los cielos. 

Porque les digo a ustedes, que no van a entrar en el reino de los cielos a menos que su justicia supere a la de los fariseos y de los *maestros de la ley.  Mateo 5:13-20
Resultado de imagen de buenas obras bibliaSobre la identidad del cristiano, Cristo nos enseña: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.» La frase nos da una interesante pista acerca de la forma en que podemos dejar que esta luz brille delante de los hombres. Una parte esencial de nuestro llamado es el dedicarnos a las buenas obras. Los mensajes de las Escrituras con respecto a este tema son abrumadores.
Considere algunos de los siguientes pasajes: «Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.» (Efesios 2.10), «presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras.» (Tito 2.7), «quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.» (Tito 2.14) , «Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras.» (Tito 3.8). 
El discípulo debe estar ocupado en las buenas obras que Dios ha preparado para él.
«Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras» (Hebreos 10.24) «manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras.» (1 Pedro
 2.12)
La totalidad de estos pasajes, y muchos otros, señalan que el discípulo debe estar ocupado en las buenas obras que Dios ha preparado para él. Estas buenas obras tendrán la misma diversidad que tuvo el ministerio de Jesucristo en la tierra. Lo importante no es la manera específica en que se llevan a cabo estas obras, sino entender que son la manifestación de un deseo profundo de bendecir a los que están a nuestro alrededor, de hacerles bien, porque a nosotros se nos ha hecho bien. No existe en esta actitud el deseo de «enganchar» a las personas para nuestro grupo ni de convertirlos a nuestra... religión. Más bien es el anhelo de revelar que seguimos a un Dios cuyo deleite es bendecir.
Indudablemente estas obras señalarán que pertenecemos a otro reino. Las buenas acciones no tienen solo como finalidad que se haga la luz, sino para que la presencia de la luz revele el origen divino de ellas. Es decir, la luz no tiene que convocar a una reunión para explicarle a los demás que ella es luz, no, la luz encuentra en las buenas obras su resplandor más pleno. Debemos notar, además, que las auténticas obras espirituales llevarán a las personas a glorificar al Dios que está detrás de esas obras, del mismo modo que ocurrió en el ministerio de Cristo.
«Señor, abre nuestros ojos para ver las obras que Tú has preparado de antemano para que andemos en ellas. Que en el día de tu regreso nos puedas encontrar plenamente ocupados en hacer el bien a todos los que están a nuestro alrededor, para que los hombres glorifiquen solamente tu nombre. Amén.»

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