Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos, porque les ha preparado una ciudad. Hebreos 11:16
Mi esposa entró en el cuarto y me encontró con la
cabeza metida dentro del gabinete del reloj de nuestro abuelo. «¿Qué estás
haciendo?», preguntó. «Este reloj huele igual que la casa de mis padres, contesté avergonzado mientras cerraba la puerta.
El olfato puede evocar recuerdos intensos. Hacía
casi 20 años que habíamos llevado el reloj al otro lado del país desde la casa
de mis padres, pero el aroma de la madera en el interior todavía me llevaba de
regreso a mi niñez.
El escritor de Hebreos habla de otras personas que
anhelaban una casa, pero de una manera distinta. En vez de mirar hacia atrás,
veían con fe a su futuro hogar celestial. Aunque lo que esperaban parecía
lejano, confiaban en la fidelidad de Dios en su promesa de llevarlos a un lugar
donde estarían con Él siempre (Hebreos 11:13-16).
Filipenses 3:20 nos recuerda que «nuestra ciudadanía
está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor
Jesucristo». Mirar hacia adelante para ver a Jesús y recibir todo lo que Dios
nos ha prometido, nos ayuda a mantenernos enfocados en ello. ¡Ni el pasado ni el presente
pueden compararse con lo que está por delante!
Señor,
gracias por cumplir fielmente tus promesas. Ayúdame a mirar siempre hacia
adelante, hacia ti.
La mejor casa de todas es nuestro hogar en el cielo.
La mejor casa de todas es nuestro hogar en el cielo.
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