“Un hijo te cambia la vida”, me dijo una vez una persona muy querida y, ¡cuánta razón tenía!, porque en verdad tener un hijo cambia totalmente la manera de ver la vida.
Siempre he pensado que el convertirse en padre o madre es como entrar a una escuela del cielo en la tierra, donde aprendemos a amar sin esperar nada a cambio, donde sufrimos y lloramos, donde reímos y gozamos las alegrías, y soportamos las penas de una persona como nosotros, pero por quien podríamos dar la vida misma.
Cuando nos enfadamos con los hijos decimos muchas cosas, tal vez les reñimos y corregimos, les quitamos privilegios y ponemos en orden las cosas, pero el amor sigue constante y continuo, no cambia ni termina por una acción contraria a lo que nosotros esperábamos; sentimos amor y ternura al verlos y nuestro corazón se siente tranquilo si los vemos seguros.
En el libro de Mateo, Jesús compara el corazón de un padre con el Padre de los cielos diciendo que si nosotros como humanos, con nuestras debilidades, temores y tropiezos tenemos un corazón amoroso, paciente, dadivoso, bondadoso y esforzado hacia nuestros hijos, cuánto más Dios nos dará buenas cosas a los que se lo pidamos… Piensa hoy por un momento cómo son los ojos con los que nos mira Dios que, mira nuestras luchas y temores, mira nuestros corazones abatidos y algunas veces se incomoda o se entristece con nuestras malas actitudes; nos corrige y zarandea, pero sus ojos de amor siempre son los mismos hacia nosotros. No dudemos nunca de Su inmenso amor y de Su corazón de padre amante que lo ha dado todo por nosotros, hasta su único hijo, ¿qué más podemos pedir?... ¡Cuánto nos ama!
Gracias Padre, por tu corazón de padre hacia nosotros, gracias porque en tu inmenso amor nos comprendes y perdonas, nos miras con ternura y crees en nosotros, nos miras como seremos un día transformados por tu gracia y siendo a tu imagen y semejanza; mientras caminamos y crecemos nos aguardas con paciencia día a día y nos llenas de tu fuerza para seguir adelante. Gracias Señor, por tu amor de padre y por tus ojos de amor iluminando nuestras vidas, ayúdanos a ser hijos e hijas dignos de ti, dignos de tu inmenso amor y tu bondad. Te amo… Amén.
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