sábado, 22 de octubre de 2016

Saber esperar

¡Yo os conjuro, hijas de Jerusalén,
por las gacelas y las ciervas del campo,
que no despertéis a mi amor!
¡Dejadla dormir mientras quiera! Cantares 2;7
Cuando la actriz Elizabeth Taylor se casó el 6 de mayo de 1950 con Conrad N. Hilton, dijo: “El corazón sabe cuándo una conoce al hombre apropiado. No cabe duda de que Nicky es el hombre con quien deseo pasar mi vida”. Sin embargo se divorció más tarde, para que el 21 de febrero de 1952 contrajera nuevas nupcias con Michael Widing, y dijo: “Solo deseo vivir con Michael, ser su esposa. Para mí, éste es el comienzo de un final feliz”.
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Pero también se divorció, casándose posteriormente con Mike Todd, el 2 de febrero de 1957 y afirmó: “Le he jurado amor eterno…este matrimonio durará eternamente. Para mí, será esta tercera vez la definitiva”. Nuevamente se divorció, ahora casándose con Eddie Fisher el 12 de mayo de 1959 y dijo: “En mi vida me sentí más feliz…Nuestra luna de miel se prolongará treinta o cuarenta años”.
Pero no fue así, otra vez terminó en divorcio. Esta vez lo hizo porque en su vida se atravesó el actor Richard Burton, con quien se casó el 15 de marzo de 1964 y afirmó: “Me siento feliz, parece increíble… Lo amo tanto que estoy dispuesta a acompañarlo, no importa lo que haga”.
Estos dos se divorciaron para volverse a casar el 10 de octubre de 1975, cuando Liz Taylor comentó: “No habrá más matrimonios ni divorcios. Estamos unidos como plumas de gallina con alquitrán… para siempre”. Pero tampoco fue así, pues después de ese divorcio se casó con John Warner el 4 de diciembre de 1976 y juró diciendo: “John es el mejor amante que he tenido jamás. Deseo pasar con él el resto de mi vida, y quiero que me entierren con él". 
Tampoco sucedió así. Pasaron muchos años y muchos otros hombres por su vida, hasta que en 1995, Liz Taylor contraería nuevamente nupcias, ahora con un trabajador de la construcción, con quién solo duró unos cuantos meses.
En medio de tantas relaciones de boda, esta mujer también vivió el fracaso, la desilusión y la soledad, pues su felicidad en pareja se sustentaba en emociones y decisiones tomadas a la ligera. Si bien muchos hombres y mujeres no viven tantas bodas como Liz Taylor, sí llegan a vivir estas mismas emociones de tristeza y fracaso.
Todo, sin pretender juzgar, es por no considerar a Aquel que fundó el matrimonio: Dios, el de la Biblia, allá por Génesis 2: 23-24. Dios creó el matrimonio por muchas razones y una es que consideró que no era bueno que el hombre estuviera solo, sino que le haría una ayuda idónea.
De esta idea podríamos desarrollar muchas reflexiones, pero lo que nos interesa es cómo encontrar esa ayuda, a esa persona que amaremos y nos amará, quien nos ayude y a quien podamos ayudar.
Deseamos que nuestros hijos tengan una calidad de vida mejor que la nuestra en todos los sentidos, y es nuestra responsabilidad buscar de Dios la mejor dirección para que nuestros hijos puedan formar una pareja feliz.
Cantar de los Cantares, era entonces un libro prohibido para los jóvenes menores de 30 años. Se cree que es la narración de un amor de Salomón con una sulamita. Y nos ocuparemos de un pasaje en donde se nos dice cómo debe ser la espera del verdadero amor.
Jóvenes y jovencitas, presten atención a lo que Dios desea decirles a ustedes referente a saber esperar a la persona idónea para tener un matrimonio de éxito, pues muchas veces solo nos dejamos llevar por cuestiones superfluas como Liz Taylor que terminan con frustración y fracaso.
I. Saber esperar es no adelantarse a lo que los demás quieran. “Os conjuro, oh doncellas de Jerusalén…que no despertéis…al amor”.
Mencionado está que este libro parece tratar acerca de un cortejo matrimonial entre Salomón y una mujer sulamita; en este aspecto, parece que padeció la presión de las demás mujeres de Jerusalén, para terminar aceptando aquella, la relación con el rey de Israel.
Súplica por no presionar: Es Salomón quien suplica a las demás mujeres de Jerusalén a no ejercer más presión sobre la decisión de la sulamita para que lo acepte, pues si es por coerción entonces su relación empieza mal.
Podemos observar que en las relaciones la presión ejercida por muchas partes puede ser determinante para iniciar algo. Pero para que algo sea auténtico no debe nacer del corazón de otros sino de los interesados. Los padres y los amigos pueden influir en muchas ocasiones para aceptar a una persona, pero debemos aprender que no habrá nadie más interesado que nosotros que Dios y nosotros mismos.
El amor debe ser sincero y espontáneo: ¿Pero por qué? No podemos hacer caso de “voces experimentadas”, para saber cuándo y quién es la persona con quien habremos de formalizar. Pues el amor auténtico nace de la sinceridad, desde dentro y jamás puede ser forzado, pues de no ser así se estaría construyendo sobre arenas movedizas.
Salomón hace mención a las gacelas y ciervas, los cuales son animales libres que no están enjaulados ni sujetos con cadenas, sino que corren a gusto por el campo. Así es el amor que el Señor nos da por una persona, éste no debe ser fingido o forzado.
El amor no debe adelantarse a nada. Es el mismo Salomón en Eclesiastés (3:1-8) quien dice que existe un tiempo para todas las cosas, un tiempo de morir, un tiempo de morir, etc... Todo tiene su justo momento y debe vivirse plenamente, no tratando de adelantar las cosas, pues cuando son adelantadas las cosas no tienen mucho futuro.
Es como los frutos de las plantas. Al tratar de consumirlos antes de estar maduros, pueden ocasionar problemas; es como quien trata de vivir antes de tiempo una etapa de su vida que aún no le corresponde vivir, lo más seguro es que solo coseche problemas.
Además, vivir una etapa amorosa también puede acarrear dificultades. El verdadero amor sabe esperar su justo tiempo.
II. Saber esperar es no dejar pasar la oportunidad. ”Ni hagáis velar al amor”.
Otra situación que también suele ocurrir es dejar pasar la oportunidad de encontrar a la persona que Dios tiene para cada uno. No debemos adelantar las cosas del amor en nuestra vida, pero también es importante no retrasarlo, no posponerlo.
Los dichos populares parecen expresar la sabiduría de un pueblo, pero también pueden reflejar su ignorancia y poca sensatez. Uno de ellos es que para el amor no hay edad; es verdad hasta cierto punto, ok, el amor de verdad no tiene edad, pero sí es importante observar que el amor en pareja se disfruta mejor cuando se descubre en la edad apropiada.
No es que sea condenable el amor entre adultos mayores responsables, pero sí se debe ser realista en el sentido de que la durabilidad es menor, por cuestiones varias como salud, grado de envejecimiento, etc... 
El amor de pareja se disfruta más cuando…
III. Saber esperar el momento preciso. “Hasta que quiera”.
El amor de pareja es más disfrutado cuando se halla en el tiempo adecuado, es decir, cuando se descubre adecuadamente y puede vivirse plenamente en todos los sentidos, con la madurez y responsabilidad que se debe, y sabiendo vivirlo dentro de los límites de nuestro creador. Dos personas creyentes en la misma fe y con un mismo rumbo de vida, con iguales expectativas y similares obstáculos que vencer unidos.
Desafío.
Elizabeth Taylor nació el 27 de febrero de 1932 y vivió 70 años. Inició su vida de matrimonios y divorcios a los 18 años, y desde entonces ha estado en la búsqueda de aquel hombre que la hiciera realmente feliz. No podemos asegurar cuál de todos los hombres con los que se casó, era el elegido.
Sus fracasos han sido siempre por diversos factores, pero lo más importante de su fracaso como esposa es que no consultó para ser ayudada por Dios, además de que se basó sobre todo, en cuestiones materiales y físicas. Pero además, edificaba sus matrimonios en aspectos fuera de la voluntad de Dios.
Lo que bien empieza, bien se desarrolla y bien culmina, pero lo que se inicia de forma defectuosa, así será su desarrollo y desenlace. Preocupémonos de cómo saber el tiempo adecuado de tener una pareja.
Muchos jóvenes y jovencitas no saben cuándo deben casarse y aún menos con quién. Dios dice que no se presione nada, ni a nadie, que no se adelanten y menos aún que lo echen en el olvido, pues Dios creó el matrimonio para que fuera una experiencia maravillosa.
Deja que Jesús sea amigo en tu vida y te guíe a vivir la maravilla de Dios en tu vida.

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