El éxito no comienza hasta que no iniciamos la caminata del camino hacia nuestras metas, y nuestro caminar siempre empieza con unos pasos de bebé.
¿Por qué los llamamos pasos de bebé? ¿Serán realmente algo más que nuestro próximo paso en el camino de la vida?
Los pasos de bebé son los primeros pasos que damos, son como en un acto de fe. Vemos a otros avanzando y reclamamos nuestra habilidad de caminar al seguirlos. Al crecer, seguimos nuestro desarrollo tomando pasos de bebé adicionales. A veces caemos y otras, fracasamos. De aquí en adelante, todos los pasos se convierten en actos de fe; simplemente pasa que nos hacemos más duchos.
Si nos decimos a nosotros mismos:
“No quiero verme como un tonto” o “más vale que sea bueno en esto”, probablemente nunca tomaremos los pasos de bebé hacia nuestras metas y acabaremos ahogándonos en nuestra auto-conmiseración.
Ante todo, y como cultura, nos enfocamos en los resultados, y contemplamos primero, cada riesgo a tomar para alcanzar nuestras recompensas.
Son pocos los que son rendidores consumados en alguna tarea la primera vez que lo intentan. Fracasan o triunfan, por lo que edifican sobre sus habilidades a cada ocasión. Practican sus habilidades y utilizan sus talentos a través de pasos de bebé antes de estar listos para mostrárselos al mundo.
Así que, aprendamos a tomar esos pasos de bebé para alcanzar las metas por delante. Pero sepamos que podemos apoyarnos en Dios para mostrarnos el camino. Entre más duchos seamos, nuestros pasos de bebé se convertirán en caminata, luego en trote, y finalmente en carrera.
Así es como nuestros pasos de bebé nos guían a través de la maratón de la vida.
El autor de este pensamiento, gerente general jubilado y mentor de muchos, sitúa nuestro avance en la vida bajo una perspectiva de intentos y logros pequeños.
Cada vez que nos atrevemos a dar pasitos pequeños en pos de aquello que anhelamos obtener, estamos dando pasos de fe, que habrán de resultar, de momento, en pequeños reveses o triunfos, pero que nos irán mostrando qué hacer o qué no hacer.
El problema siempre consistirá en dar ese primer paso… vencer la inercia de la parálisis. Como él sabiamente nos comparte, siempre tendremos a Dios para guiarnos y para corregirnos cuando sea necesario. Así que, adelante, demos esos primeros pasos y... que el Señor los bendiga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario