La realidad es que lamentablemente, la práctica de la oración es cada vez menor y más difícil; se ha convertido en muchos casos en un tiempo para presentarle a Dios nuestras largas listas de lo que necesitamos (o de lo que pensamos que necesitamos), y luego “colgamos el teléfono”; es decir, luego dejamos la oración así, tal cual, y comenzamos las actividades del día.
Y claro está, con el paso de los días, muchos se sienten frustrados cuando parece que Dios no responde a las peticiones de manera oportuna, y por lo tanto, las repiten una y otra vez pensando que “tal vez Dios pudo haberse olvidado” o que “tal vez no ha tenido tiempo para responder”. Por eso es importante recibir revelación sobre la oración.
Y recibir motivación para que hoy sea un día en el que tu petición a Dios sea solamente ésta:“Señor, enséñanos a orar”. Todos necesitamos que el Dios del universo, el Creador de todas las cosas nos enseñe lo más básico… a comunicarnos con Él.
Anímate, porque seguro que, si la oración es contestada, lo que pidas seguramente sucederá y será para la Gloria de Dios, para la bendición de los demás, y para el enriquecimiento de nuestra vida.
Oremos: “Señor, enséñanos a orar”
“Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. Lucas 11:1 (NVI)
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