domingo, 16 de octubre de 2016

El cántico del burlón

No hay conmigo sino escarnecedores, en cuya amargura se detienen mis ojos. Job 17:2
Inline image 1… gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre (de Jesús). Hechos 5:41
Como cada domingo al atardecer, el pequeño tren rojo nos llevaba desde nuestro pueblo ubicado en la montaña hasta la ciudad donde estudiábamos. En esa época no existían las «tablets» ni otros medios modernos de comunicación, y para no aburrirse, mis compañeros cantaban a viva voz las últimas canciones de moda. Yo me retraía un poco porque me sentía molesto… De repente, uno de ellos entonó con voz burlona un himno que habíamos aprendido juntos cuando éramos pequeños:
Mi fuerza y mi castillo has sido tú, Señor
Torre fuerte contra la debilidad
De Ti oh Dios proviene todo mi sustento
Si desmayare, clamaré a Ti…

Los otros estallaron de risa mirándome, pues sabían que yo era cristiano. Me sentía incómodo… ¿Debía decir algo y así correr el riesgo de que se burlasen todavía más del nombre de mi Salvador? ¿O era mejor guardar silencio y dejar que pensaran que yo era indiferente a sus sarcasmos?
La Biblia explica que hay circunstancias en las que conviene no responder al necio según su necedad, a fin de no parecernos a él; pero en otros casos, por el contrario, hay que responder al necio para que no se crea sabio a sus propios ojos (Proverbios 26:4-5). ¡Que Dios nos dé el discernimiento para actuar con sabiduría… y según la verdad!
La Palabra de Dios nos dice: No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor… sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, quien nos salvó” (2 Timoteo 1:8-9).

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