viernes, 16 de septiembre de 2016

Un cambio radical

Comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Mateo 4:17
Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Isaías 1:18
En nuestra época se habla mucho de cambios: climáticos, políticos, tecnológicos… Este tipo de cambios son ajenos a nuestra persona, y es fácil hablar de ellos sin que haya grandes consecuencias. Mas al contrario, Dios nos invita a tener un cambio interior. Este cambio se llama arrepentimiento y nos conduce a la vida eterna.
El arrepentimiento no es la penitencia, ni los remordimientos, como tampoco es una mejoría de nuestro comportamiento. Es un cambio radical que se opera en la raíz de lo que somos, y nos lleva a pensar y a actuar de forma completamente diferente. ¡Significa dar la espalda al pecado para volverse a Dios!
Este cambio surge de la fe en la Palabra de Dios. A menudo, al principio, va acompañado de tristeza: el dolor por haber estropeado una parte de su vida, y a veces la de otros, y también la tristeza por haber ofendido a Dios y despreciado su amor. ¡Pero el arrepentimiento no se detiene ahí! Nos conduce a volvernos al Dios que perdona, que nos concede su gracia. Incluso si pasamos por etapas dolorosas, ¡el verdadero arrepentimiento es vida y libertad! ¡Nos conduce a alejarnos del mal e ir a Dios, y es la fuente de una felicidad y de una paz incomparable!
El arrepentimiento se extiende a todos los ámbitos de nuestra vida, cuando el Espíritu Santo y la Palabra de Dios iluminan todos los rincones de nuestro ser interior. Dios ama al pecador, por eso lo invita a arrepentirse. ¡Es la única manera de recibir el perdón de sus pecados!

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